Los amantes del escándalo - Robin Schone

21 septiembre 2011



Amantes del escándalo
Autor: Robin Schone
Título original: Scandalous Lovers
Editorial: Suma de Letras, Manderley / Mayo 2008
ISBN: 978-84-8365-072-1
Género: Histórico / Erótico
Un hombre. Una mujer. Te retarán... te excitarán.... y cambiarán para siempre tu vida.Casada a los quince años y viuda a los cuarenta y nueve, Frances Hart sólo ha conocido lo que significan los deberes de una esposa y madre, nunca las alegrías de una mujer. Decidida a tener una vida nueva, se embarca en un solitario viaje a Londres.El abogado James Whitcox, también viudo, ha hecho de su vida una constante responsabilidad, pero nunca ha experimentado lo que es la verdadera pasión. James, se ha asociado al selecto club "Los Hombres y las Mujeres" donde se discute sobre las relaciones sexuales, pero hablar de placer no es lo mismo que experimentarlo... hasta que Frances aparece en una reunión ilustrando a los presentes acerca de las necesidades de una mujer — y tentando a James para llevar a cabo todas sus teorías eróticas.



No soy dada a leer novela erótica porque antes de llegar a media novela suelo aburrirme de tanto sexo que no aporta gran cosa a la historia por mucho que las autoras intenten justificarse. Sin embargo Robin Schone tiene un estilo inconfundible; sus novelas suelen ambientarse a finales del siglo XIX con una precisión tan detallista que resulta imposible no visualizar las escenas. Pero lo que la hace muy especial es la profundidad de sus tramas, no es sexo gratuito. Toca sin tabúes temas como la prostitución masculina o el tráfico de niños. No endulza la realidad de la posible frivolidad de los burdeles, que por desgracia se toca con bastante ingenuidad en las novelas románticas históricas, obviando las enfermedades venéreas que arruinaron muchas vidas. Por encima de todo nos cuenta historias de mujeres diferentes.

En este caso Frances Hart ha dedicado su vida a su familia, casada a los quince años con un hombre de más de cuarenta, no sabe lo que es tener tiempo para ella, hasta tal punto que nunca ha pensado en ella como persona, como mujer. Siempre ha sido hija, esposa, madre y abuela. La muerte de su marido la saca de ese letargo, toma una decisión pensando en ella por primera vez: se marcha a Londres sola.

Su viaje a Londres toma un giro sorprendente, sobre todo para una mujer de campo, sencilla y honesta, cuando entra por casualidad en una sala de reunión en un museo. Un hombre la interpela haciéndole una pregunta que cambiará su vida:
—¿Qué desea una mujer?
El hombre en cuestión es James Whitcox, un abogado de éxito que, desde la muerte de su mujer, se cuestiona el sentido de su vida: la falta de sentimientos, emociones y pasión, la relación impersonal que mantuvo con su esposa, sus amantes utilizadas y despachadas en función de sus necesidades, sus hijos convertidos en extraños. Hasta entonces el derecho ha sido su fin para todo, pero ya no es suficiente.
—Necesito saber que un hombre y una mujer pueden vivir en la misma casa y acostarse en la misma cama y ser mucho más que unos simples desconocidos.
A partir de entonces, Frances entrara a formar parte de un curioso club, donde hombres y mujeres se reúnen para hablar de la relación entre los dos géneros, pero la hipocresía que caracteriza la sociedad en la que viven empaña las charlas. Ninguno se atreve a abordar lo que realmente le inquieta. La presencia de Frances, y sobre todo su franqueza, los desarmará porque no es una mujer de mundo, ni sofisticada, ni culta, pero es sincera con ella misma, con los demás y no teme hablar con claridad de lo que representan los deseos de una mujer.

Poco a poco todos exorcizarán sus temores, los anhelos más íntimos, realizarán confesiones y dejarán salir su vulnerabilidad. Todos los segundarios son interesantes, porque cada uno revela una faceta de represión, ya sea una joven sufragista que ve como su madre se muere por la sífilis que su marido le contagió en el sacrosanto lecho matrimonial. O el caso de un periodista parapléjico que ha renunciado al sexo y vive con el miedo que le provoca su silla de rueda porque le convierte en alguien dependiente de la buena voluntad de los demás. Sólo son dos ejemplos pero todos son interesantes.

Pero no hay que olvidar a los protagonistas, James y Frances han llegado a esa etapa en la vida durante la cual uno debería disfrutar de todos los logros cosechados: los hijos, los nietos, la estabilidad y el reconocimiento social, la respetabilidad. Con todo, ambos se sienten incompletos, nunca han sido ellos mismos, sencillamente han sido lo que los demás esperaban. Son el fruto de la educación recibida y de las restricciones de la época que les ha tocado vivir. Frances se ha dedicado a los demás, ha amado incondicionalmente. James, en su condición de hombre, ha existido para recibir sin devolver nada emocional a cambio, excepto posición y dinero para su familia. Resultan muy interesantes, ya sea por su edad madura, los dos se acercan a los cincuenta, o por el anhelo que despiertan en el otro. Algunas veces me parecían dos adolescentes descubriendo el amor, la rendición y la confianza. En cierto modo vemos como dos personas, ambos padres de familia, incluso abuelos, llegan a esta relación emocionalmente vírgenes.

Poco a poco la pareja deja emerger el deseo de saber más del otro y descubrirse. El sexo es un conducto que los llevará a anhelar mucho más, alcanzar la intimidad y la complicidad de una relación completa entre un hombre y una mujer, de igual a igual. Por desgracia no todos entenderán esa relación y algunas veces quien más daño te inflige es aquel que lo hace en nombre del amor.

He leído varias críticas de esta novela, algunas la ensalzan como magnífica, otras declaran que ha sido una decepción. En mi caso me ha gustado, y mucho, aunque debo admitir que las escenas de sexo me aburrieron un poco. Algunas veces llegaban en momentos que me parecían muy poco oportuno, al menos yo no tendría la cabeza para juegos en determinadas circunstancias (tal vez no tengo capacidad de concentración o que no soy capaz de pensar en dos cosas a la vez). Independientemente del sexo, no hay que olvidar que es una novela erótica, Los amantes del escándalo consigue transmitirnos el retrato de una época tan hipócrita como machista, donde la mujer dependía de los hombres de su familia en todos los sentidos, vivía en una sociedad regida por leyes dictadas por hombres, donde algo tan íntimo como el sexo le era vetado por las normas estrictas de conductas y por la religión. Dejo la descripción de Frances de su noche de boda que resume la vida sexual de una mujer de su época con palabras sencillas y encierran una realidad tan triste como conmovedora.
—En mi noche de bodas —dijo ella lentamente—, me tendí en la cama en medio de la oscuridad, doblé el camisón alrededor de mi cintura y esperé que mi esposo se acercara a mí. —La consternación ensombreció los ojos de James—. Recuerdo que pensé que los sexos del hombre y de la mujer debían de ser muy feos; de lo contrario, ¿por qué al acostarse juntos no encendían la luz, y por qué ocultaban sus cuerpos de día? Pero sobre todo recuerdo, James, el hecho de estar allí tendida. Eso era todo lo que se esperaba de mí, que me acostara con el camisón doblado alrededor de la cintura y las piernas abiertas. No se esperaba que yo disfrutara lo que estaban a punto de hacerme; tampoco se esperaba que no lo disfrutase. Lo que yo sintiera no tenía ninguna importancia. Mi sumisión, me dijo mi madre, era el mejor regalo para mi esposo. Y yo nunca cuestioné la sabiduría de sus palabras.
Obviando las escenas de sexo (aunque para una novela erótica son más bien suaves), Los amantes del escándalo me ha gustado mucho por sus personajes, por el retrato de la época que aborda. Me encanta el estilo muy especial de Robin Schone aunque soy consciente de que no es una autora que despierte un sentimiento unánime. Es el tipo de escritora que gusta de manera incondicional o no, no hay medias tintas.