Sal en la piel - Suzanne Desrochers

09 noviembre 2013

Sal en la piel
Suzanne Desrochers
Título original: Bride of New France
Editorial: DeBolsillo/10-10-2013
ISBN: 9788490327760
Género: Narrativa
En el París del siglo XVII, la pequeña Laure pronto sufre las consecuencias de la pobreza. Arrancada de sus padres y entregada a un orfanato, se cría junto a otros niños que sueñan, como ella, con un futuro mejor. Pero su vida sufre un nuevo y dramático giro cuando es forzada a embarcarse rumbo a las inhóspitas tierras de Canadá como una de las «hijas del rey, obligadas por decreto real a convertirse en esposas de los colonos franceses. Abocada a un mundo habitado por indómitas gentes y forzada a convivir con un rudo colono, Laure cree imposible adaptarse. Sin embargo, un inesperado encuentro conseguirá darle esperanza en el futuro y en el amor.
Laure fue arrebatada a sus padres sencillamente porque eran vagabundos, fue confinada en el orfelinato de la Pitié que pertenecía al enorme conjunto que es ahora el hospital La Pitié-Salpêtrière. Es un edificio inmenso en pleno centro de Paris y se construyó como solución para eliminar de las calles de la capital francesa toda la inmundicia humana que ofendía a su delicado Rey Sol. Entonces era orfelinato, manicomio, centro de reclusión, es decir lo más parecido al infierno donde las condiciones de vida eran deplorables. Al inicio del primer capítulo, la autora nos deja una cita que resume muy bien lo que nos vamos a encontrar:
La Salpêtrière era lo que había sido siempre: una especie de infierno femenino, una città dolorosa donde se confinaba a cuatro mil mujeres incurables o dementes. Era una pesadilla en medio de París.
Georges Didi-Huberman, La invención de la histeria
Ese es el pistoletazo de la novela que nos llevará del Paris del rey Louis XIV hasta la Nueva Francia, o lo que es hoy en día Canadá.

Laure es una joven de diecisiete años que apenas recuerdas a sus padres, solo la letra de las
canciones que su padre le cantaba cuando vivía en la calle. Una noche, los lanceros del rey la separan de su familia y es llevada a La Pitié. Después de conocer la dureza del orfelinato, es recogida por una anciana viuda, pero al morir esta, Laure regresa a La Salpêtrière, que es lo más parecido a una cárcel, después de haber probado la miel de una vida acomodada. Su sueño es convertirse en modista. Es la más hábil del atelier donde enseñan a las huérfanas mayores que llaman bijoux (Joyas) las nuevas puntadas del point de France. Su ingenuidad, a pesar de ser arisca, desconfiada y egoísta, la lleva a escribir una carta al mismísimo rey y gracias a los contactos de Madame du Clos, la instructora de costura, consigue que la carta llegue a su destino. En realidad quien contesta a la joven, pasando por la despiadada Madre Superior, es Jean-Baptiste Colbert, uno de los ministros del rey, y a cambio de sus peticiones la mandan a la Nueva Francia. La autora nos hace un retrato muy crudo de la vida de una huérfana, de lo que era La Salpêtrière, del ínfimo valor que tenía la vida humana y las condiciones humillantes a las que se enfrentaban los más desfavorecidos, entre ellos: las mujeres, ya sean prostitutas, ancianas, dementes o niños.

Con el viaje a Canadá, llegamos a la segunda parte donde una vez más Laure se enfrenta a las duras condiciones de la travesía del Atlántico y la decepción al alcanzar su destino: una tierra salvaje y apenas habitada y donde esperan las filles du roi.
Estas hijas de Francia se acostumbraron al caballo y a la canoa; aprendieron a guisar la carne de la zona, a hacer la colada en el río, a coser o remendar, a hilar y tejer lana y lino, a llevar una casa, a criar hijos; pero sobre todo aprendieron a vivir con el miedo a los indios y a vencer ese miedo.
Marie-Louise Beaudoin, Les premières et les filles du roi à Ville-Marie
Y finalmente viene el matrimonio con un hombre que apenas conoce pero que desprecia. Es consciente de que le han robado sus sueños y entiende que cuanto se espera de las mujeres es fecundar y dar a la colonia muchos hijos, hasta el punto que se premia con una recompensa si un matrimonio tiene al menos diez hijos. La adaptación a un clima inclemente es otro reto y Laura se enfrenta a una tierra salvaje apenas poblada, la soledad, las condiciones de vida precarias, y la atracción que ejerce en ella un nativo.

Una imagen idealizada de la llegada de
esas "hijas del rey" a la Nueva Francia.
Cuando te echas sal en la piel, si tienes la más mínima herida, aunque sea un leve arañazo, te escuece. Bien, después de haber leído la novela de Suzanne Desrochers, entiendo que su protagonista recibe sal a puñados. Cuando leo no busco únicamente historia felices, me gustan las historia de superación, de lucha, de penurias, pero cuando las penurias empiezan en la primera página y siguen hasta la última, no sé muy bien qué lección sacar de la novela.

Sal en la piel es una magnífica lección de historia que nos permite descubrir cómo fue la colonización de Canadá y del precio que tuvieron que pagar muchas mujeres a quienes nadie preguntó si deseaban el destino que habían trazado para ellas. La autora ha conseguido ambientar de manera tan realista su novela que no cuesta nada visualizar lo que leemos, ya sea en Paris o en la colonia, y su prosa es cuidada, amena, lo que hace su lectura muy ágil. Sin embargo no he encontrado la historia que esperaba; mi primer escollo ha sido su protagonista que me ha parecido muy fría y egoísta. No he llegado a simpatizar con Laure a pesar de todas sus privaciones, sus pérdidas y esperanzas rotas, incluso sus acciones algunas veces me irritaban. La autora ha creado un personaje muy plano emocionalmente y pocas veces he “sentido” su pesar.

Es extraño que a pesar de todas las desgracias que se van sumando la novela no emocione, tal vez porque llega un momento en el que te insensibilizan tantas penurias porque es un no parar. Si a esto se suma la apatía emocional que desprende Laure, tenemos una combinación poco emotiva. Desde luego, no he disfrutado de ese viaje que tanto prometía.

No sé si puse el listón muy alto al empezar la novela pero no he encontrado la historia de superación que me esperaba. Se me ha hecho lenta llegado a la mitad ya que todo gira en torno a Laure, siempre desde bajo su punto de vista a pesar de la narrativa en tercera persona. He echado en falta otras perspectivas, otros puntos de vista, tal vez de esa manera habría “entendido” un poco mejor a Laure.

Se puede leer como una landscape pero sin la magia que te hace viajar en el tiempo y en el espacio. Desde el punto de vista histórico, es una magnífica lección; casi ochocientas mujeres viajaron a Canadá para poblar un vasto territorio e incentivar que los hombres permanecieran en el territorio de la colonia creando raíces a través de una familia, hijos y obligaciones, y sin duda muy pocas mujeres lo hicieron voluntariamente. Si buscáis una historia de heroínas que se reinventan y crecen ante la adversidad, que era lo que yo anhelaba, no es una buena elección.