Regreso al café de los corazones rotos de Penelope Stokes

20 septiembre 2013

Regreso al café de los corazones rotos
Penelope Stokes
Título original: The book of Peach
Editorial: Vergara / junio 2013
ISBN: 9788415420422
Género: Narrativa femenina
Veintitrés años atrás, la reina de belleza Peach Rondell había dejado Misisipí a sus espaldas y jurado que no regresaría nunca más. Ahora está de vuelta, divorciada y con el corazón roto, e intenta entender por qué la vida le ha ido tan mal. Para escapar de la mirada acechante de su madre, pasa el día en el pequeño Heartbreak Cafe, sentada a una de cuyas mesas va escribiendo en su diario, a la espera de algo que la ilumine. En lugar de eso, Peach conseguirá algo incluso mejor: la amistad inesperada de un insólito grupo de personas que le enseñarán que averiguar adónde vas suele implicar aceptar de dónde vienes.
 Hace más de dos años (como pasa el tiempo…) leí la primera novela de Penelope Stokes, El café de los corazones rotos, y me gustó la pequeña comunidad de nombre casi impronunciable y la variopinta clientela de Dell, propietaria del café que reúne a muchos de sus habitantes. Entre todos esos corazones rotos había uno que me llamó especialmente la atención por lo solitaria que era y por el dilema al que se enfrentaba y que tiene mucho que ver con el desengaño que cambia la vida de Dell. Estoy hablando de Priscilla Rondell, una ex reina de la belleza venida a menos que siempre andaba escribiendo en un cuaderno apartada del resto. A sus cuarenta y cinco años recién cumplido, Peach para los amigos, se ha quedado sin marido y su belleza dejó de ser su mejor reclamo. Sola, abandonada, veinte kilos de más gorda y asustada, regresa a Chulahatchie, un lugar que odió con toda su alma y prometió nunca volver a pisar. La responsable de tal rechazo no es otra que su propia madre, una mujer intransigente, dominante, muy clasista, y sobre todo muy estricta con su hija para que se convierta en una auténtica dama sureña:
“…Las damas sureñas son intencionadas obras de artesanía a las que se da forma durante sus años maleables hasta que estén perfectamente moldeadas sin defecto alguno, a punto para endurecerse.”
Peach procede de un linaje de mujeres manipuladoras, dispuestas a todo con tal de conseguir estar
en lo más alto para mirar por encima del hombro a los demás. Con esas pocas palabras Peach describe cómo fue su vida junto a una madre absorbente que hizo cuanto pudo para que su hija se convirtiera en una réplica de ella misma.

Me llevé una sorpresa cuando empecé a leer la novela porque la autora no sigue el hilo de la primera parte sino que retrocede a cuando Peach llega a Chulahatchie, mucho antes de cuando empieza la historia de Dell, y poco a poco las dos historias se van entrelazando y volvemos a vivir escenas de El café de los corazones rotos pero vistas desde la perspectiva de Peach.

El personaje de Peach ha sido de los que más me han calado este verano, me ha conmovido por su vulnerabilidad, su deseo de independencia pero consciente de sus limitaciones o lo que ella cree que vale dada la educación que ha recibido. Cuando empieza la novela, Peach Rondell es una mujer rota anímicamente, sin nada a lo que aferrarse, ni siquiera su belleza sureña. Ha fracasado en todo.

La novela se divide en tres partes muy significativas en el proceso de autoanálisis de Peach y es relatada en primera persona a la vez que la protagonista comparte lo que escribe en su diario como una terapia. Ante todo la novela es el viaje interior de una mujer que siempre ha sido lo que los demás esperaban de ella y en el momento más vulnerable de su vida tiene que enfrentarse al dilema de descubrir quién es realmente, y si esa persona le gusta. Porque Peach no es una víctima inocente, comete errores que afectan a los demás, pero a través de su irónico sentido del humor y su aguda visión del mundo que la rodea, la protagonista se abre lentamente a los demás y a ella misma.

Me gusta el estilo de Penelope Stokes, su toque de humor ácido, como cuando pone en boca de su protagonista frases como esta:
“Se crían las vacas. Se crían los vinos. A las damas sureñas se las educa. “
Ha sabido crear un personaje tierno, inseguro, cuya rebeldía siempre ha sido sofocada, lo que la ha convertido en un ser muy dependiente. Gracias a los peculiares clientes del café de Dell, Peach se descubre y aprende a formar parte de una comunidad que la acoge con los brazos abierto, incluso le enseña a perdonar, lo que la llevará a replantearse su relación siempre tensa con su madre en un momento dado.
“« La sangre es más espesa que el agua. Todo se lleva en la sangre. Los lazos más fuertes son los de sangre.»
Pero una familia no es esto. La familia no es la gente que tiene que acogerte, del modo en que mamá me abrió a regañadientes la puerta de su casa cuando regresé a Chulahatchie. La familia es la gente que te hace sentir bien contigo mismo, que te acepta tal como eres, que no espera que seas perfecto, que te escucha cuando hablas y que te permite cambiar de parecer si tienes que hacerlo.”
Si bien la amistad tienen un papel relevante en la novela, los lazos familiares están muy presentes porque Peach lleva arrastrando desde hace décadas la convicción de que nunca fue lo suficientemente buena para que su madre la amara, o sencillamente que su madre era incapaz de amar a nadie que no fuera ella misma. Penelope Stokes describe con sentido del humor pero con rudeza la relación madre-hija.
“Lo había hecho lo mejor que había podido.”
Una frase lapidaria que explica cómo fue la infancia de Peach y que años después toma otro sentido.

Mi única pega es que si no has leído la primera novela (El café de los corazones rotos) puede que la historia de Peach te parezca un poco incompleta para entenderla todo. Por lo demás, me ha gustado mucho, sobre todo su protagonista.