La abuela Lola de Cecilia Samartin

12 septiembre 2012



Título original: Mofongo
Editorial: MR Ediciones / 1 Junio 2012
ISBN: 978-84-270-3541-6
Género: Narrativa
Sebastián sueña con ser un niño igual que los demás, con ser capaz de correr como el viento en el campo de fútbol, chutar la pelota de tal manera que dibuje una perfecta parábola y marcar un gol. Pero su corazón tiene un defecto desde que nació, lo que significa que no puede cumplir sus deseos. No obstante, Sebastián ha logrado encontrar su lugar en el mundo gracias a su excéntrica abuela Lola y al amor que esta siente por la cocina. Ambos preparan juntos riquísimos y exóticos platos puertorriqueños, el país de origen de su abuela. La complicidad que crece entre ambos (un niño enfermo y una anciana) se convierte pronto en un fuerte vínculo que logra unir de nuevo a una familia desestructurada, pues, como siempre dice Lola, «una comida preparada con amor no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma».
Esta es la historia mágica de un niño que aprendió a bailar con la muerte y de cómo las pequeñas victorias de una familia pueden servir para reconstruir corazones heridos de muy diversas maneras. La abuela Lola nos enseña que la diferencia entre la alegría y la tristeza a veces pende simplemente de un hilo frágil, casi invisible. Una historia conmovedora que te emocionará.

SI algo resulta enternecedor es la relación entre nietos y abuelos, cuando estos últimos han dejado atrás las urgencias y las obligaciones y dedican a los nietos el tiempo y la dedicación que algunas veces no han podido prodigar a sus hijos.

A sus diez años, Sebastian ve como sus compañeros juegan, corren y ríen mientras él permanece al margen porque su corazón no le permite disfrutar como los demás niños. Tal vez por verse obligado a ser un mero espectador del mundo que le rodea desde su banco, ha desarrolladlo una gran sensibilidad. Por su condición de niño delicado de salud, tampoco es que tenga muchos amigos. De hecho, su mejor amiga es su abuela, Lola, una anciana enérgica que ha dejado atrás muchos recuerdos y sufre al ver a sus hijos divididos por viejas rencillas basadas en malentendidos.

Nieto y abuela se entienden y disfrutan cocinando juntos. Representan los polos opuestos por su edad; la vida ha querido que Lola, a sus muchos años, sea una mujer de salud de hierro frente a la salud debilitada de Sebastián. La relación entre estos dos personajes tan diferentes es la mejor baza del libro. Son confidentes, él le cuenta sus frustraciones y sus sueños porque en casa su madre y su padre ya tienen suficientes problemas en ponerse de acuerdo en como enfrentarse a la enfermedad de su hijo. Junto a Lola, se olvida de las humillaciones de ese compañero nuevo que le ha convertido en el blanco de todas sus bromas y recuerda lo guapa que es su profesora. A su lado, junto a los fogones, Lola relata los recuerdos de su infancia y juventud en Puerto Rico, un tiempo que echa de menos, siempre evocados por los platos típicos de su país de origen. Tiene una última meta, no carente de dificultad, y es reunir a todos sus hijos.

Sebastián es el protagonista de la novela, lo vemos todo a través de los ojos de un niño muy maduro pero también inocente. Algunas veces se siente invisible frente a los adultos que le protegen en exceso, sin tener en cuenta su voluntad; frente a ello, se ha convertido en el punto de mira de un niño matón y es en esos momentos cuando le gustaría ser invisible. A su lado, y a través de su día a día, somos testigos de su vida de escolar y de la relación con su familia. Pese a parecer vivir siempre al margen de los demás, es un niño optimista, que da una lección de alegría de vivir y de generosidad.

La abuela Lola es una novela tierna, colmada de sentimientos. Lola y Sebastián no dejan indiferentes. Entre evocadores aromas de cocina, recuerdos y confidencias, entendemos los temores de una madre preocupada por la enfermedad de su hijo y el desgaste que supone en el seno familiar. Con sus diferentes personajes principales como Lola y Sebastián, y los segundarios, todos muy bien trabajados y muy cercanos aunque unos menos de otros como Diane (la madre de Sebastián, difícil de entender en algunos asuntos), la autora nos habla de amistad, lazos familiares, amor y sobre todo la necesidad de aprender a perdonar, con la presencia casi constante de la cocina de la abuela Lola como un bálsamo que estimula todos los sentidos gracias a una narrativa muy descriptiva y rica en matices. Como en la vida real, los personajes aprenden, evolucionan, al ritmo de los acontecimientos.

No es una novela con mucha acción en si, todo es muy íntimo, ligado a la vida engañosamente monótona de Sebastián y de una Lola que parece algunas veces haber perdido un poco el sentido de la realidad, pero muy consciente de todo lo que la rodea. Tal vez haya sido ese ritmo lento lo que me ha costado asimilar; los recuerdos de Lola, el día a día demasiado desgranado de Sebastián, las rencillas familiares y el sobre todo el final que intuía no me convencieron. Pese a todas las excelentes reseñas que he leído de la novela, no ha sido de mis lecturas favoritas de este verano. La empecé, dejé, regresé y me costó un poco acabarla. Cada libro tiene su lector y su momento, creo que La abuela Lola no me llegó en el momento más oportuno ni supe apreciar en su justa medida sus cualidades. Es un libro excelente, pero por su temática no le disfrutado todo lo deseado. 

*Gracias a MR Ediciones por el libro*