Entrevista a Noelia Amarillo

05 julio 2012



Nací en Madrid el 31 de octubre de 1972, una fría noche de invierno en que las brujas, fantasmas y demás seres extraños campaban a sus anchas por la ciudad profiriendo terribles y agónicos alaridos… o tal vez no, tal vez sólo eran mis berridos indignados al verme privada de mi refugio en el vientre materno.
Crecí en un barrio de Madrid y cuando tuve la oportunidad me mudé a mi propia casa, en la que convivo con mi marido y mis hijas más o menos democráticamente (yo sugiero/ordeno y ellos aceptan o se rebelan según les conviene), nos acompañan en esta locura que es la vida: Lolo una iguana con complejo de gato, Clara y Jaime, dos tortugas que parecen perritos falderos, Hierba y Perico, dos periquitos ruidosos, y, en primavera unos 300 gusanos de seda propiedad de mi hija mayor, y que a mí me dan un asco tremendo.
Actualmente trabajo como secretaria/chica para todo en la empresa familiar, disfruto de mi tiempo libre con mi familia y amigas y, aunque parezca mentira, encuentro tiempo libre para continuar haciendo lo que más me gusta en el mundo: Escribir novela romántica.

- ¡Hola Noelia! Primero de todo queremos agradecerte el tiempo que nos dedicas contestando las siguientes preguntas. Estamos encantadas de tener la oportunidad de entrevistarte.

Muchísimas gracias a vosotras por pensar en mí para esta entrevista!! Es un verdadero placer hacerla.

- Dos años después de tu debut oficial con el lanzamiento de “Falsas apariencias” ya cuentas con cuatro libros publicados y otros tantos relatos, ¿cómo valoras esta corta pero intensa trayectoria?

Uff, no sé ni qué pensar de mi trayectoria, mucho menos puedo atreverme a valorarla.

Cuando empecé a escribir Falsas Apariencias, no se me pasó por la imaginación que alguna vez fuera publicada… cuando se publicó, no creía que fuera posible publicar ninguna novela más, pero, para mi más absoluta estupefacción, publiqué dos novelas y un relato corto un año después, en 2011… Ahora, con siete libros publicados (Cuatro novelas y tres colaboraciones con antologías de relatos), estoy en una situación que me cuesta mucho valorar.

Por un lado, pienso que he tenido una suerte tremenda de encontrar a editoriales dispuestas a arriesgarse conmigo: una autora novel, casi desconocida, con historia alejadas de los arquetipos románticos… Pero por otro lado, también es cierto que me he dejado la piel en cada historia, he robado tiempo al sueño; he pasado horas pegada al ordenador, con la espalda destrozada y los ojos resecos de tanto mirar lo que había escrito, buscando el fallo, el error, la frase que faltaba o sobraba en la escena. Me he frustrado cuando no he conseguido trasmitir lo que quería y le he dado miles de vueltas en mi cabeza hasta conseguir estar plenamente satisfecha con cada palabra escrita… de hecho, he borrado páginas y páginas porque no estaba conforme con el resultado… Por tanto, me niego a atribuir la publicación de mis novelas a un golpe de suerte única y exclusivamente.

Creo que la trayectoria, inesperada y a la vez muy satisfactoria, que he tenido en estos dos años se debe a la combinación de suerte y trabajo… Y espero seguir teniendo suerte, y trabajando duro.

- Sabemos que tu interés por la escritura se remonta mucho tiempo atrás, concretamente en plena niñez. Realmente, ¿qué fue lo que te atrajo de las letras por aquel entonces? ¿Difiere mucho del presente?

Fui una niña inquieta (sigo siéndolo), y rebelde. Aprendí a leer muy pronto (era la única manera que mi profesora encontró para que la dejara dar clase tranquila), y llegó un momento en que por mucho que leyera nada me hacía soñar, todo me resultaba muy soso. Recuerdo que mi madre, desesperada por mi apatía, me compró La historia interminable de Michael Ende. Me la “ventilé” en menos de una semana. Tenía ocho o nueve años, y se abrió todo un mundo ante mí. Descubrí que si no encontraba las lecturas que quería leer, podía escribirlas y me dediqué a escribir historias a cual más rara, cuentos cortos que tiraba a la basura según acababa de escribirlos.

Imagino que esa niñez construida en torno a historias esperpénticas, en las que los dragones hablaban con niñas en mundos paralelos iluminados por soles diamantinos que brillaban bajo la tierra, dio paso a cierta extraña madurez. En mi adolescencia me cansé de dragones, amores y príncipes azules (lo confieso era una marimacho), y me dediqué a crear historias en las que dotaba de vida a objetos inanimados, coches que se enamoraban de furgonetas, árboles que rendían pleitesía a ríos con alma, o incluso bolígrafos parlantes que se negaban a escribir lo que sus dueños querían… una reminiscencia de aquellos tiempos que aún conservo son las prosopopeyas y falacias patéticas que a veces incluyo en mis libros (La iguana enfurruñada de Luka en Falsas Apariencias, el viento enfadado en Ardiente Verano, un reloj asustado en ¿Suave como la seda?, o incluso El cuento de los dientes perdidos que tengo colgado en mi blog).

Cuando leí mi primera novela romántica, me enamoré del género (sigo enamorada), pero a veces, me faltaba algo, quería leer otro tipo de cosas y, casi sin darme cuenta, retomé mi costumbre de crear lo que no encontraba. Escribí cientos de relatos cortos que luego borraba, hasta que un buen día me decidí a enseñar uno a mis amigas. Era una historia con gente como yo, de barrio, con su trabajo, su pisito pequeño, sus dudas y sus movidas… empezó siendo un relato, pero mis amigas me pedían más… y casi sin darme cuenta, acabó convirtiéndose en una novela: Falsas Apariencias. A partir de ese momento, me vi atrapada en una vorágine de sensaciones, ya no me bastaba con soñar historias, me veía impelida a escribirlas, a desarrollarlas más, a jugar con los personajes… escribir se convirtió en una compulsión de la que me es imposible evadirme. Necesito dar vida a mis sueños, extraerlos de mi cabeza y dibujarlos en letras.

- A punto de salir tu nueva novela, finalista del VI premio Terciopelo, ¿Cómo sobrellevas la expectación de la acogida del libro? ¿Nerviosa, temerosa?

¿Sinceramente? Estoy acojonada.

No tengo miedo por el libro, porque estoy muy segura de la historia de Jared y Nur, es una de las más bonitas que he escrito, pero me siento… amedrentada por toda la expectación que ha levantado. No me lo esperaba. En absoluto.

Hoy mismo, chafardeando por internet, he visto que está en el top ventas de la Fnac, en el puesto 12… y todavía no ha salido a la venta de manera oficial! Uff, eso me impone muchísimo respeto.
Siempre me he sentido muy responsable de todos mis libros, son como mis hijas, quiero que se porten bien y saquen buenas notas, como cuando mis niñas comienzan en el colegio jajaja.

Cada vez que se publica una de mis novelas, siento una enorme responsabilidad por no decepcionar a nadie. Ojo, no quiero, ni pretendo, que guste a todos los lectores, eso es imposible, y soy consciente de ello. Pero si me siento responsable de no defraudar a aquellos lectores a los que les han gustado mis novelas anteriores… si a eso le sumamos que tampoco quiero decepcionar a Terciopelo, que ha tenido el valor de publicar una novela tan arriesgada (y a la que doy y daré mil veces las gracias por tratarnos, a QAML y a mí como unas reinas), ni a mis amigas que tanto han apostado por mí, ni a mis hijas y mi familia que tan orgullosa está de tener una mamá/hija/esposa/hermana escritora… en fin. Lo dicho, que ando pelín acojonada.

- ¿Cómo surgió “Quédate a mi lado?

Casi todos mis libros surgen cuando estoy escribiendo otros. De hecho, normalmente tengo varios libros empezados que dejo relegados hasta que acabo el que tengo entre manos, y claro, luego no sé por cual decidirme a continuar. (Por ponerte un ejemplo, ahora mismo tengo tres prólogos escritos de tres novelas distintas mientras estoy escribiendo SUP).

El caso de Quédate a mi lado, difiere de esta situación. Tenía una idea en la cabeza desde hacía bastante tiempo, pero no me atrevía a ponerla por escrito, hasta que, a finales de 2010, me llegó la contestación de una editorial sobre el manuscrito que les había mandado (Cuando la memoria olvida). En la respuesta editorial me decían que el manuscrito estaba muy bien escrito, que el estilo era bueno y la novela atrayente, pero que no encajaba en la línea editorial porque era una novela con unos protagonistas muy reales, y que ellos buscaban algo así como príncipes azules. 

Como podéis imaginar, esta respuesta me dio mucho que pensar. ¿Por qué los protas de romántica tienen que ser príncipes azules? ¿Es imprescindible un título nobiliario, una cuenta bancaria con más de seis ceros? ¿Por qué todos tienen que pelear como Bruce Lee, estar más dotados que Nacho Vidal, o tener un trabajo arriesgado en el que se juegan la vida cada día?

No me parece justo. ¿Qué merito hay en conquistar a una chica sí no tienes problemas de liquidez, si tu trabajo te lleva a viajar por todo el mundo o a enfrentarte a malos malísimos, o si eres un duque/conde/marqués con carisma e influencia? ¡¡Qué fácil!!

Y, con todo esto en la cabeza, llegó el 2011. Quedé con mis amigas para ir al rastro el primer domingo tras las navidades. Llegué a la RENFE de Embajadores casi media hora antes de la hora elegida por todas. Y como siempre, nada más salir de la estación me encontré frente a la Casa de Baños. Y quizá no hubiera pasado nada, porque aunque le daba vueltas y más vueltas en la cabeza a la historia de Jared, seguía sin atreverme a contarla. Era muy diferente a todo lo que yo había escrito. Jared era radicalmente distinto a cualquiera de mis protagonistas, y me daba miedo intentar darle voz.

Pero… el destino quiso que justo cuando me paré a mirar la fachada de la Casa de Baños, pasará frente a mí un hombre con una mochila al hombro. Hacía un frío que pelaba, y él iba vestido con ropa bastante ajada. Caminaba cabizbajo, sin mirar a su alrededor. Las personas que pasaban por la calle le esquivaban sin verle, como si fuera invisible. Le vi entrar en la Casa de Baños, y pensé: “¿A dónde va ese loco, con el frío que hace? ¡Qué valor tiene!”. Y decidí que para mí, no iba a ser invisible. Que le iba a escribir la historia de amor más hermosa que fuera capaz.

Entré tras él en la Casa de Baños, me coloqué en la cola, al llegar mi turno pagué los cincuenta céntimos que costaba darse una ducha… y esa misma tarde comencé a escribir “Quédate a mi lado”.

- Esta vez nos sorprendes saltándote los patrones típicos del héroe masculino y arriesgas caracterizando a Jared como un sin techo. Cuéntanos, ¿qué van a encontrar los lectores en esta nueva historia?

Realidad mezclada con ilusión y aderezada con coherencia.

Cuando me dispongo a contar una historia, necesito “oler” lo que rodea a los personajes de esa historia. Sentir lo que ellos sienten, soñar lo que sueñan, sufrir lo que sufren. No me gusta contar lo que no sé.

Con Quédate a mi lado me sumergí por completo en la realidad más dura, hablé con sin techo, visité los baños públicos, estuve en comedores sociales… y tras impregnarme de su realidad, la cambié, convirtiéndola en cuento de hadas con un príncipe mendigo.

La historia de Jared es la realidad que nos rodea. En todo momento la novela es coherente con esa realidad. Jared no va a convertirse de repente en el heredero de un millonario, ni le va a tocar la lotería. Pero dentro de esa coherencia, también hay esperanza e ilusión.
En esta novela, los lectores van a encontrarse con un verdadero príncipe azul, vulnerable y fuerte a la vez. Un hombre con principios, miedos, e ilusiones, que es capaz de resurgir de sus cenizas para conquistar el corazón de su dama.

También van a encontrarse con una “princesa azul”, capaz de ver más allá de la patina de “cenizas” que cubre a Jared y de empuñar todas las armas a su alcance para convencerle de que él es tan especial como ella sabe que es. 

- ¿Tienes alguna escena o cita preferida que quieras adelantarnos?

Ufff… tengo muchas escenas favoritas, de hecho, creo que he releído partes de este libro cientos de veces, solo por el placer de leerlas… pero no puedo ponerlas aquí, porque sería hacer un spoiler tremendo. En su lugar, te pego una cita que da comienzo a uno de los capítulos:

“No hay nada más etéreo que la esperanza. 

La esperanza nos otorga la capacidad de soñar, nos permite creer que nuestras fantasías pueden llegar a realizarse, y cuando esto por fin sucede —si es que sucede—, se esfuma dejándonos a solas con la cruda realidad. Y es entonces, cuándo lo que más anhelamos se convierte en verdad, cuando nos damos cuenta que si queremos mantener el sueño vivo, tenemos que agarrarlo con las dos manos y no soltarlo nunca. Cueste lo que cueste.”

- Tus personajes suelen ser personas del montón, cercanos y muy reales. ¿Lo consideras algo esencial? Coméntanos aquello que consideres imprescindible en una novela.

Sí, para mí es esencial que sean tan reales como sea posible. Obviamente siempre van a tener una pátina de fantasía, pero me gusta que esa fantasía sea “creíble”… Creo sinceramente que los mayores héroes son los anónimos. Que los príncipes azules de andar por casa son los que más tienen que contar, los que más nos pueden ofrecer, y son los que a mí, personalmente, me enamoran. Por eso son siempre los protagonistas de mis novelas.

¿Qué es imprescindible en una novela? Mmm… Desde hace unos meses estoy asistiendo a un curso de Edición, y una de las ponencias a las que tuve el privilegio de asistir la dio Espido Freire. Y una de las cosas que dijo, la considero la más acertada de todas las que he oído nunca.

La historia que contemos NO ha de ser verdad. Ha de ser verosímil. Creo que eso resume al mil por mil lo esencial de una novela. Puedes contar una historia futurista en un planeta imaginario con personajes de color azul, como por ejemplo Avatar, y si es creíble, será un éxito. Pero si cuentas una historia ambientada en el siglo XXI en la que los protagonistas son octogenarios que bailan la hip hop en una residencia de ancianos y tienen relaciones sexuales tres veces al día, nadie se la va a creer, aunque sea algo posible (el viagra hace milagros).

Para escribir una historia tienes que saber exactamente qué quieres trasmitir. Es necesario saber qué es lo que rodea a tus personajes, cual es el mundo en que se mueven, las circunstancias sociales en las que viven, en definitiva, tienes que poder sentir lo que ellos sienten. Una vez conseguido esto, lo más importante es saber qué es lo que los motiva. ¿Por qué hacen esto y no lo otro? ¿Por qué se comportan como se comportan? Tener muy definida su personalidad.

Una vez tienes esto muy claro, lo más importante es saber hasta dónde eres capaz de llegar tú. ¿Vas a sentirte avergonzado si escribes escenas eróticas? ¿No crees poder hablar de X enfermedad? ¿Te aterra pensar en meter una escena de violencia? Tienes que saber cuáles son tus límites.

- Compaginar el trabajo, la vida familiar y la escritura imaginamos que no es fácil. Citando tus palabras, trabajas con un sistema denominado “brújula”. ¿Cómo es? ¿Tienes alguna manía?

Hay quienes escriben con mapa; esto es que se hacen un esquema pormenorizado de todos los capítulos de la novela, hacen fichas de sus personajes, etc. En definitiva, antes de escribir lo tienen todo perfectamente hilado.

Y luego están los que escriben con brújula, entre los que me cuento; saben lo que quieren escribir, como empieza y como quieren que acabe (que no es necesariamente como va a acabar), pero dejan que la historia fluya según se van adentrando en los capítulos. Es algo así como llegar a un acuerdo con tus personajes, dejarles que tomen vida y permitirles adoptar algunas decisiones, siempre y cuando el escritor lleve las riendas de la historia (aunque en mi caso, mis personajes suelen pasar de mí y hacer lo que les da la gana, lo que nos acarrea serias “discusiones”. A Caleb estuve a punto de matarle y cerrar el libro con un entierro, grrr, menos mal que luego se reformó).

A la hora de escribir tengo muchas manías. Necesito tener una cocacola con mucho hielo en la mesa (que acaba aguada porque no me la bebo, se me olvida, grr), el paquete de tabaco y un cenicero (lleno de cigarrillos consumidos, porque los enciendo y me olvido de fumarlos, grr), me gusta escuchar música y, dependiendo de lo que esté escribiendo, ésta varía desde celta, a pop, rock, o incluso heavy metal. Además, necesito escribir en mi ordenador o mi cuaderno, no me vale otro. Me gusta tener abierta la página del RAE por si me surge alguna duda con alguna palabra y, por supuesto, ni siquiera me planteo ponerme a escribir si antes no he sentido, vivido y estudiado, el mundo que rodea a mis personajes. Y, nunca, jamás, escribo nada que no haya “soñado” antes.

- En otras entrevistas comentas que te daba vergüenza mostrar tus escritos, ¿te resultó difícil decir que escribías novela erótica a tu entorno más cercano?

Pues la cuestión es que me daba vergüenza enseñar lo que escribía, independientemente de que fuera erótico, de aventuras o prosopopeyas, porque me parecía que iba a hacer perder el tiempo a mis amigas o a mi madre (aunque cuando vivía con mi madre, ella se ocupaba de robarme los cuadernos y leerlos… y leches, aún tiene algunos guardados, uff). No creía que mis relatos fueran nada del otro mundo y pensaba que si los pasaba a leer, iba a ser como una especie de obligación para mis amigas y familia, y eso no me gusta nada. Sinceramente, no me cabía en la cabeza que alguien pudiera disfrutar con mis tonterías y aborrecía pensar que perdieran el tiempo leyéndome.

Pero jamás me ha avergonzado escribir novela erótica, al contrario, la verdad es que lo primero que mostré voluntariamente a alguien (los robos de mi madre no cuentan), fue Falsas Apariencias, que aunque no es erótico al cien por cien, sí tiene un alto contenido hot. 

Nunca me ha resultado difícil decir que escribo erótica… al contrario, me encanta gritarlo a los cuatro vientos! No sé, el erotismo para mí es algo normal y no me da apuro hablar de ello… de hecho, cuando se publicó mi primera novela, mi hija mayor, que por aquel entonces tenía nueve años me preguntó qué tipo de novela era, y le dije: Romántica con tintes eróticos. Y no sé por qué, solo se quedó con lo de eróticos, y al día siguiente lo fue diciendo en el cole… Cuando fui a recogerla, me llamó su profesora, para comentarme que la niña iba diciendo que yo escribía cosas eróticas… jajaja, aún recuerdo su cara alucinada cuando la dije que así era.

- ¿Qué lee Noelia Amarillo?

Uff, soy muy ecléctica en todos los ámbitos de mi vida, y la lectura no es una excepción. Mi escritor favorito es Terry Pratchett, seguido muy de cerca por Ward, SEP, Kenyon, Geneve, Maxwell, Casado, Valenti, Quinn, Balogh, Singh, Showalter, R. Vivo, Carrión, Garceran, K. Hamilton, Mccarty, Jones, Clare, Cuho, Nut… no acabaría nunca de nombrar autores que me gustan!

- Muchos están esperando poder leer la historia de Darío, “Suave como la seda”. ¿Te apetece contar algo para poner – aún más - los dientes largos?

Ains, me apetece contarlo todo sobre “¿Suave como la seda?”, pero no puedo!!! Es una historia super divertida, muy dinámica, con unos protas de caracteres opuestos que no hacen más que discutir (y cuando Ariel discute… DISCUTE!). Ariel, la chica tiene un genio de mil demonios, es autosuficiente, independiente, descarada, borde… o tal vez no. A Darío ya le conocéis de Cuando la memoria olvida, y no ha cambiado, sigue igual de protector, de marimandón, de obcecado. Es un oso de peluche con corazón de azúcar y muy gruñón.

Ufff, tengo tantas noticias que dar sobre esta novela… pero no puedo, todavía. 

-  Generalmente los escritores coincidís en que todos vuestros personajes son como hijos, aún así, ¿hay alguno por el que tengas predilección?

Es muy complicado para una escritora decantarse por un personaje, porque como bien dices, son como nuestros hijos. No podemos querer a uno más que a los otros. Pero, sí es cierto que el protagonista masculino de “Quédate a mi lado”, Jared, es “mi niño mimado”, el personaje más vulnerable de todos los que he creado, el que más “me ha necesitado”. Me tiene subyugada.
No le “quiero” más que a los otros, sería imposible, pero sí le siento más cerca.

  - Tú género predilecto hasta el momento ha sido la novela erótica actual, no obstante, con “ESDV” te has atrevido a dar un paso más y, aunque la calificas como una historia de fantasía romántica, está ambientada en la edad media. ¿Nos puedes contar algo al respecto?

Sip, es una historia ambientada en la baja edad media, pero en un mundo imaginado por mí. Es fantasía romántico erótica, en la que el peso femenino lo llevan las dríades (pero mis dríades, como no podía ser de otro modo, no se parecen apenas a las descritas en la mitología, soy así de rarita). El peso masculino corre a cuenta de… mmm… no puedo decir mucho, pero vamos, hay por ahí un rey borde, un capitán impetuoso y un vendedor de… cosas… Los tres darán mucho de qué hablar. Eso si algún día llega a publicarse, claro. Porque si he de ser sincera, el libro se las trae… si QAML es arriesgado, ESDV no le va a la zaga... 

- Has comentado en más de una ocasión que te inspiras en experiencias cotidianas y en personas que conoces. ¿Nos puedes contar la historia que hay detrás de tus novelas? Seguro que son tan interesantes como los libros.

Mmm… Falsas Apariencias surge de un chiste grafico que me mandaron por mail, y no iba a ser más que un relato corto, pero fue creciendo, y es quizá el libro que más realidades tiene. Yo, al igual que Luka, trabajo en una cristalería, mi marido es electricista y mi mejor amiga se llama Pili y está casada con Javi. Pero ninguno de los personajes son reales y las cosas que les suceden tampoco. Son más bien caricaturas de mis amigos, me divertía dándoles la vuelta y haciéndoles hacer cosas que nunca harían (Pili no grita nunca y tampoco es del Real Madrid jajaja).

En Cuando la Memoria Olvida… conozco muy bien el tema de las residencias de ancianos, mis dos abuelas han estado en ellas, y yo he ido a menudo a visitarlas, he jugado al cinquillo con ellas y sus amigas, he charlado con las cuidadoras y he visto la realidad del día a día. Ya desde Falsas Apariencias tenía muy claro que Ruth adoraba a los ancianos, pero la verdad es que no tenía una historia pensada. Cuando estaba acabando Falsas Apariencias, apareció Marcos, sip, como lo lees, APARECIÓ, nadie le llamó, ni siquiera lo había imaginado hasta que comencé a escribir la escena en la galería de arte, y de repente, sin previo aviso, se me coló en la historia. No fue premeditado, solo… surgió. Y desde ese momento, Ruth y Marcos empezaron a dar vueltas en mi cabeza. No sabía qué hacer exactamente con ellos, hasta que un buen día leí sobre una enfermedad en una revista y apareció ante mis ojos el personaje de Ricardo… Lo siguiente fue sentarme y comenzar a escribir. 

Ardiente Verano… ufff, esta historia se gestó un día de verano de 2010. Mi marido y mis hijas pasaban unos días de vacaciones en el pueblo, Mombeltrán, y estaban a punto de regresar… Y de repente, me llaman y me dicen que se van a quedar una semana más. Ufff, que cabreo me pillé! Yo quería ver a mis hijas ya! Pero no quería ir al pueblo… aunque que fui, que remedio!

Pero lo hice enfadadísima, porque a mí los pueblos no me gustan (gustaban, porque ahora me lo paso pipa, ainsss, lo que consiguen las novelas!). Y mientras iba en el tren, me fui imaginando en la cabeza la historia de María; era viuda (porque en esos instantes tenía unas ganas horrorosas de matar a mi marido), y no quiere estar en el pueblo porque sabe que se va a aburrir, y claro, está enfadada… y llegado a un punto, para fastidiar a mi marido, me inventé que se iba a dar un paseo, que llegaba a una cabaña perdida en mitad del monte y se encontraba con un desconocido con el que tenía un encuentro sexual… y leches, se me quitó el aburrimiento, la mala leche y el disgusto. Llegué al pueblo con toda la historia en mi cabeza, y me lo pasé bomba!

¿Suave como la seda?... cuando estaba escribiendo “Cuando la memoria olvida” Darío ocupaba una gran parte de mis pensamientos. Es un personaje que me gustaba muchísimo por su forma de ser, tan osito de peluche, tan gruñón, tan protector… No hacía más que pensar en qué tipo de chica le iría bien, más por divertirme que por escribirlo… y un día, yendo al curro, me encontré con mi vecina de nave, vestida con el mono de electricista, con el pelo recogido en una cola de caballo, conduciendo un toro eléctrico mientras descargaba un camión de bobinas de cables de al menos dos metros de diámetro cada bobina, y me dije: esa es la chica de Darío, una tía con los ovarios bien puestos. Y a raíz de eso, surgió la historia.

- Ya no como escritora de novela erótica, sino como lectora. ¿Qué opinas del boom editorial que ha ocasionado la publicación de la trilogía 50 sombras de E.L. James? ¿Has podido leer el primer libro?

La publicidad que han hecho es buenísima. Han conseguido que un libro de un género, el erótico, que siempre ha estado “oculto” (además de denostado), fuera buscado por cientos de miles de personas. Con 50 sombras de Grey han hecho visible lo que estaba escondido, y por eso, tienen todo mi reconocimiento. Por otro lado me indigna que, como siempre, nos nombren en términos cuanto menos peyorativos. Lo de “porno para mamás”, sinceramente, me cabrea muchísimo, pero también entiendo que es la base de su publicidad. Una frase tan lapidaria que levanta ampollas y carcajadas por igual, dependiendo de quien la lea. Y eso vende.

Sobre el libro… ufff. Es adictivo, está bien escrito y al ser en primera persona, se hace rapidísimo de leer. La autora ha sabido dotar al protagonista masculino con un halo de misterio que consigue que queramos saber más, y que lo queramos saber YA! Lo ha aderezado con escenas hot con poca descripción que por tanto no corren el riesgo de asustar a nadie, y le ha sabido dar un toque de… ¿morbo? ¿Jugar con lo prohibido?, que levanta intriga. Pero… no me gusta la protagonista femenina, no empatizo con ella ni la comprendo.

- ¿Tus libros tienen su propia banda sonora?

Sip. Dependiendo de qué esté escribiendo escucho un tipo de música u otro… aunque a veces no tiene nada que ver con el libro! Para Quédate a mi lado, escuché a U2 y REM. Con ESDV solo música celta y gallega. Y sin embargo, con ¿Suave como la seda? Me gustaba oír de todo, desde Luar na lubre hasta Lady Gaga…

- ¿Ha tenido noticias de lectores masculinos entre sus seguidores?

Sip, de hecho, he tenido el privilegio de conocer a algunos de ellos en la feria del libro o en presentaciones. Y no hay diferencia entre chicos y chicas. Todos buscan lo mismo, pasar un buen rato con un libro. Relajarse, alejarse del mundo real y disfrutar de una buena lectura. La única diferencia que encuentro es, que a la hora de demostrar su interés o su apreciación del libro, los chicos son más serios, más comedidos… las chicas solemos hacer más bromas y ser más exageradas… y pelearnos por los protas masculinos jajaja.

-  En vista a la gran cantidad de proyectos que tienes, apuntaría que precisamente no sufres de falta de inspiración. Hace escasos días desvelabas en tu web que habías empezado a escribir la historia de Lucas. ¿Qué tal vas? ¿Se está haciendo de rogar o sabes muy bien qué le espera? 

Bueno, la historia de Lucas (SUP, por ahora), va bien… llevo unas cincuenta páginas y espero que no sobrepase las 350, ya veremos con cuantas acaba (me conozco, siempre me paso de páginas, grr). Me lo estoy tomando con bastante tranquilidad, porque ahora, con el verano y las vacaciones voy a tener que parar (no escribo cuando estoy fuera de casa, dedico todo el tiempo a hacer gamberradas con mis hijas en la playa jijiji). Mi intención es tenerla terminada para antes de navidades, y creo que lo conseguiré, la tengo muy clara en mi cabeza. Además es una novela que me apetece muchísimo escribir. Es un nuevo reto, una historia ambientada a principios del siglo XX en Barcelona. Y la verdad es que por ahora va cumpliendo con creces la principal premisa que tengo para escribir: disfrutar haciéndolo! 

- Por último,  ¿tienes otros proyectos en mente?

Uf, demasiados!!

Tengo escrito el prólogo del libro de Héctor (el hermano de Ruth y Darío), y la verdad es que tengo unas ganas horrorosas de ponerme con él, pero me he obligado a esperar, porque… en fin, Darío ni siquiera ha sido publicado, y además, tengo que escribir antes una historia relacionada con la chica de Héctor. Además, no quiero tener escrito el último de la serie Amigos del Barrio, si no se ha publicado todavía el tercero… me agobiaría bastante.

También tengo empezado un libro sobre una comunidad de vecinos algo especial (EDE) que algún día retomaré, pero por ahora está ahí, aparcado en espera de conseguir tiempo para hacerlo.

Por otro lado, están los hermanos de Laia, la protagonista de “La Voz”, que tienen esbozadas sus historias, pero antes quiero reescribir “La Voz” con todas las escenas que eliminé o no llegué a escribir por falta de espacio.

Y, aunque no es romántico, quiero ponerme con una historia que comencé hace algún tiempo y que es la continuación de una novela corta. Estará íntimamente relacionada con el libro de Héctor, más bien, con la “novia” de Héctor. Pero no está relacionada ni con la serie amigos del barrio ni con Héctor, no será necesario leerla ni publicarla (de hecho, dudo que la presente a las editoriales, es mía, mi tesoro, como diría Golum). Solamente necesito escribirla. Y a eso me voy a dedicar durante el 2013. A acabar “Ceremonia de luto” y a escribir la historia de Héctor. 

- Muchas gracias de nuevo Noelia, te deseamos muchos éxitos con tu nueva novela “Quédate a mi lado”.

Muchísimas gracias a vosotras por contar conmigo para esta entrevista, ha sido un verdadero placer!



Meme:




Biografía extraída de www.noeliaamarillo.com