Pasión bereber de Gema Samaro

23 mayo 2012


Pasión bereber
Gema Samaro
Editorial: Manderley / 4 Abril 2012
ISBN: 9788483653753
Género: Histórico

Un esclavo bereber contratado para urdir una traición, una duquesa viuda en lucha por mantener su legado… y entre ellos, una pasión irrefrenable. ¿Será capaz Brianda de Encinares de mantener su ducado intacto y ser fiel a los dictados de su corazón?
España, siglo xvi. Brianda de Valdivia, duquesa de Encinares, vive entregada a la gestión de su patrimonio. Su primo, el marqués de Moncada, ansía arrebatarle el gobierno de la villa y para hacerlo está dispuesto a todo. No dudará en comprar a un esclavo bereber, Josuf Benalí, para que trabaje en Encinares como mozo de caballerizas y la espíe. Su objetivo es que el bereber descubra algún secreto —alguna pasión inconfesable de su prima— con el que poder chantajearla a su antojo hasta lograr retirarle la tutoría y la administración de su ducado. Pero los planes del marqués se desbaratan desde el momento en el que Brianda y Josuf se encuentran por primera vez. La atracción y la fascinación crecen entre ambos y el sirviente terminará siendo el ángel custodio de Brianda y su amante. Sin embargo, a pesar de que se aman, piensan que su amor es imposible, que es mucho más lo que les separa que lo que les une. Pero ¿se pueden silenciar dos corazones cuando ya son uno?
Con semejante argumento me preparé para averiguar qué me deparaba la historia de Brianda y Josuf. Debo decir que no soy muy amante de las novelas románticas históricas, por ser muy exigente con los datos, la ambientación, las circunstancias. De hecho he dejado de leer más de una novela romántica histórica por encontrar disparates como una criada que fregaba con una fregona o en pleno siglo XV el uso de alcohol como antiséptico, es decir como lo conocemos hoy en día, el que se compra en farmacia.

Lo primero que diría de la novela es que Gema Samaro parece haberse esmerado en informarse con respecto al lenguaje, el vocabulario y los giros floridos propios de ese siglo. Ha sabido dar chispa a sus diálogos, creando un lazo entre los personajes.

Aquí puede que encontréis algún spoiler:

Su protagonista, Brianda, es una mujer avanzada para su tiempo, en una situación que no me ha convencido mucho. Como personaje, me ha gustado, es ambiciosa, fuerte, independiente, una mujer sensual reprimida por la vida que le ha tocado vivir, pero de ahí a convencerme como mujer de negocio en un siglo en el que la mujer era poco menos que un ciudadano de segunda, mirada con lupa por la iglesia y ninguneada por el rol dominante de los hombres, algo no me cuadraba. No sé si creerme que un padre, en aquel entonces, negociara con su hija el regreso al lecho conyugal, o que todo un duque, como el duque de Valdivia, permitiera que su esposa abandonara su hogar sin haberle dado un heredero porque su suegra se lo pidiera con tan pocas maneras. Eso habría sido como poco un ultraje intolerable para el duque, con la ley humana y divina a su favor. Si me equivoco en mi percepción de lo que era el siglo XVI, pido disculpas, pero es como me he sentido al leer estos hechos. No soy historiadora ni crítica literaria profesional, ni pretendo serlo, mis reseñas son únicamente impresiones personales. Me gustaría saber si la autora se ha basado en un personaje histórico contemporánea de Brianda, porque siempre puede haber una excepción, pero creo recordar que las mujeres no podían heredar títulos (si había un heredero, era el varón más directo en línea de sucesión), a menos que hubiese un heredero directo menor de edad en cuyo caso la madre podía “regentar” hasta que el vástago tuviese edad suficiente para tomar el mando.

Tampoco me pareció verosímil la relación de igual a igual que se instala entre el ama y el esclavo en el segundo encuentro y de buenas a primeras; puedo entender que Brianda fuera tolerante y generosa en el trato, pero no concibo que permita una franqueza que desentona con la sociedad tan clasista del siglo XVI. Los esclavos eran tan inferiores que sus vidas no les pertenecían; me cuesta creer que de buenas a primera se creara ese vínculo tan cercano. Creo que le ha faltado desarrollo en el inicio de la relación, un acercamiento más pausado, con la atracción latente, pero con tiempo para que la pareja se fuera “descubriendo” poco a poco rompiendo esas barreras de sus diferentes clases.

Y llego al protagonista: Josuf. Es un personaje con mucho encanto, misterioso, con un pasado  disoluto. Me gustó, me parecía el contrapeso perfecto para la sobria Brianda. Me habría gustado conocerle un poco más, aunque también encontré contradicciones como cuando Brianda le concede la libertad, no me cuadra que él rechazara esa libertad, cuando como príncipe podría protegerla mucho más que siendo un mero esclavo.

En algunos punto he detectado un toque chick lit que no encaja en una novela histórica, aunque sea romántica, como por ejemplo la consumación del matrimonio con el Duque de Valdivia, esas onomatopeyas y esas escena derivaban en otro género.

Los personajes segundarios son casi caricaturales pero con su punto de gracia, y no lo digo como una crítica, como la madre de Brianda, la condesa de Ureña. En eso no tengo ni un pero porque es un personaje rotundo, que aporta un toque fresco a la novela.

En general, y obviando los detalles que me hicieron más o menos creíble las circunstancias de la historia, Pasión bereber es una bonita novela de amor, cortita, entre dos personas que descubren el amor y deciden enfrentarse a todos si es necesario. Creo que hay que tomársela como un cuento tierno, que consigue arrancarte suspiros por el amor tan incondicional que comparten Brianda y Josuf y más de una sonrisa gracias al desparpajo de la Condesa.

*Gracias a Manderley por el libro*