El vals lento de las tortugas

05 diciembre 2011


El vals lento de las tortugas
Autor: Katherine Pancol
Título original: La valse lente des tortues
Editorial: La Esfera de los libros / Enero 2011
ISBN: 9788493210328
Género: narrativa
Después del extraordinario éxito de LOS OJOS AMARILLOS DE LOS COCODRILOS, llega la tan esperada continuación.
Este libro es como una borrasca en medio de la vida…
El beso abrasador de aquel al que nunca debimos besar…
Un abrazo que es refugio o muerte…
Un hombre inquietante pero encantador…
Una mujer que tiembla y espera ardientemente…
Un hombre que miente…
Una mujer que cree dirigir el baile pero que ha perdido el paso…
Dos adolescentes más enterados que los mayores…
Un hombre que juega a resucitar…
Un padre allá arriba, entre las estrellas, musitando al oído de su hija…
Un perro tan feo que nos apartamos de su lado…
Personajes que avanzan tercamente. Como pequeñas tortugas obstinadas. Que aprenden a bailar lentamente, lentamente. En un mundo demasiado rápido, demasiado violento.
Con El vals lento de las tortugas, volví a encontrarme con la familia Cortés /Grobz /Dupin aproximadamente un año después de todos los acontecimientos que marcaron los personajes de la novela Los ojos amarillos de los cocodrilos.
No voy a hacer un resumen del inicio porque con ello desvelaría el final de la anterior novela y para las que no la han leído, sería chafar las sorpresas.
En esta segunda parte volvemos a ser testigos de los cambios en las vidas de sus muchos personajes. He vuelto a meterme en la cabeza de Josephine que debe aprender a vivir nuevos cambios en un nuevo barrio donde no se siente del todo a gusto. Sigue siendo la protagonista aunque, creo que pierde un poco de fuelle. Su principal meta es aprender a quererse; haber sido menospreciada por su familia durante tanto tiempo y el abandono de su marido le han dejado la autoestima por los suelos. Además debe enfrentarse a sentimientos que la llenan de culpabilidad, quiere ser ante todo una buena madre, huyendo del fantasma de su infancia, pero también es mujer. Su personaje sigue la misma línea que en la primera novela, sigue siendo cercana y real, una mujer que todos podríamos tener como vecina. Es tan buena que algunas veces me entraban ganas de sacudirla por los hombros para que espabilara, pero es como es, sensible y generosa, y no puede cambiar. Sencillamente debe aceptarse y aprender a capear los temporales, lo que puede resultar un poco repetitivo.
Ha sido interesante la evolución de Hortense. Pasa de ser una adolescente irónica, fría y calculadora a una joven competitiva y trabajadora que lucha por conseguir su sueño. Pero en el camino el amor llama a su puerta y se convierte en una debilidad que podría alejarla de su meta. Sigue siendo arisca, pero se puede vislumbrar su lado más humano.
Phillipe cobra protagonismo, llegamos a conocer un poco mejor al padre, al marido desencantado, un hombre que llega a los cincuenta redescubriendo el amor, un amor difícil y de futuro incierto.
Zoe se ha convertido en una adolescente enamorada. Sigue siendo tan tierna como siempre, un calco de su madre, con el corazón en la mano, aunque también tiene su pequeña crisis, en cierto modo comprensible.
Un personaje que casi desaparece en esta entrega es Shirley y es una pena porque es una mujer cuyo pasado suscita muchas preguntas que no reciben respuestas. Espero saber algo más en la siguiente entrega.
Hasta aquí, todos estos personajes me han parecido coherentes, con una evolución lógica y he simpatizado con ellos. Sin embargo en esta novela la autora ha introducido una parte que me ha parecido un error, una nota surrealista que me ha desconcertado. Tiene que ver con el trío Marcel/Josianne/Henriette. Me ha parecido un patinazo haber metido esa nota fantasiosa, ya sea en la venganza de la despechada Henriette o el nuevo miembro de la familia. La pareja Marcel y Josianne pierden la chispa que tanto me hizo sonreír en la primera novela y Henriette desvaría.
Aparecen nuevos personajes, que tienen su momento en la historia, pero no aportan mucho a los protagonistas de esta familia y al final esas partes, dedicadas al señor Sandoz, por ejemplo, me parecían mero relleno superfluo. No sé si en Las ardillas de Central Park están triste los lunes cobrará relevancia, espero que sí, porque si no, me parecería una pérdida de tiempo.
Después hay personajes que aparecen en las dos novelas, como Lucas, el misterioso amigo de Josephine, que podría haber dado más juego, pero sencillamente se desvanece sin más explicación cuando es un personaje ambiguo que debería haber tomado más protagonismo.
Y finalmente está Iris. Creo que su papel es irregular y su final, para mi gusto, poco creíble. No me convencía, según leía sus cambios, como una mujer tan dada a los placeres tan superficiales, podía dar un giro tan radical.
Es difícil hablar de esta novela sin desvelar el final de la anterior. Si bien en la primera parte de la trilogía, la autora nos hacía un retrato acerca del deseo irrefrenable de algunas personas de obtener el reconocimiento de la sociedad a través del éxito fácil, en esta segunda parte hace un retrato de las clases más privilegiadas de manera bastante caricatural y cínica. También ha aportado a la historia un punto de suspense a través de los asesinatos en el entorno de Josephine. Encontrar un sospechoso no es difícil, pero ahí describe una violencia que aterra a Josephine, que sigue encontrando similitudes entre el siglo XII y el siglo XXI.
En esta segunda entrega de la trilogía, he disfrutado de algunas partes y otras me han resultado flojas de modo que la historia en su conjunto me ha parecido más irregular que la primera. Con todo he disfrutado porque sigue siendo una historia de personas, de relaciones humanas dentro y fuera de la familia. La autora nos retrata el anhelo que de ser felices, cada uno a su manera, algunas veces sacrificándose, otras crueles, todo a un ritmo acelerado cuando todos deberían pararse y reflexionar sobre lo que realmente anhelan.
A pesar de los altibajos que he encontrado estoy deseando averiguar cómo acabará la trilogía y no creo que tarde mucho en leer la tercera y última novela: Las ardillas de Central Park están triste los lunes (vaya títulos pone esta mujer a sus novelas).