Tenías que ser tú - Susan Elizabeth Phillips

04 diciembre 2011



Tenías que ser tú
Autor: Susan Elizabeth Phillips
Editorial: Ediciones B
Fecha publicación: abril 2008
ISBN: 978-84-666-3296-6
Género: Contemporáneo
Serie: 1º Chicago Stars
La ciudad del viento no está preparada para Phoebe Somerville, la moderna, estrafalaria, curvilínea y despampanante mujer que acaba de heredar el equipo de fútbol americano de los Chicago Stars. Y Phoebe no está en absoluto preparada para el entrenador jefe de los Stars, Dan Calebow, una ex estrella del fútbol oriundo de Alabama y un salvaje rubio.
Calebow es todo cuanto Phoebe aborrece, un deportista sexista y marimandón con una sola neurona en el cerebro. La hermosa nueva jefa es todo cuanto Dan desprecia, una entrometida muñequita que no sabe distinguir una escoba del montículo del pitcher. Así que, ¿por qué se siente tan irresistiblemente atraído por esta sensual gatita como si fuera un misil por infrarrojos? ¿Y por qué el encanto de niño bueno de Dan hace que la cosmopolita Phoebe se sienta torpe, incapaz de hablar y asustada.

 Lo último que Phoebe pensaba, el día que asistió al funeral de su padre, con quien mantuvo una relación tormentosa y dolorosa, era que éste le dejaría en herencia su amado equipo de football americano. Pero la sorpresa que le dio la noticia no fue nada comparada con lo que sintió al averiguar la letra pequeña de las condiciones. Incluso desde el más allá Bert Somerville seguía intentando manejar su vida a su antojo. ¿Qué hará una rubia espectacular, aparentemente con pocos sesos y muchas curvas, con un equipo de football americano a rebosar de testosterona? Y, ¿cómo hará para lidiar con el entrenador Dan Calebow, un hombre que salta a la más mínima, que la desprecia por ser una rubia tonta y que la mira como si fuera a comérsela?
Susan Elizabeth Phillips es mi autora favorita por sus historias, sus personajes, su sentido del humor y por las tramas bien hiladas que nos regala. Tenías que ser tú es, para mi gusto, de las mejores. Los dos protagonistas son dos cargas de dinamita a punto de explotar con cada encuentro y como representan dos polos opuestos, nunca se sabe quién de los dos dejará sin palabra al otro. Phoebe es una mujer espectacular, que usa su cuerpo como un arma para quitarse a los hombres de encima, los aturulla con su sensualidad, y desde luego los deja catatónicos con su descaro. Pero en su caso, como bien se dice hasta la saciedad, no hay que fiarse de las apariencias, porque ni es una come hombre, ni es tonta.
Esconde un trauma de su adolescencia que no ha superado, que le impide mantener una relación de igual a igual con un hombre, menos aun cuando son muy agresivos, muy masculinos, grandes y musculosos. Por eso mismo, Dan Calebow la pone nerviosa desde el primer encuentro, porque representa todo lo que le inspira desconfianza en un hombre: es colérico, machista, arrogante, dominante, demasiado atractivo y demasiado seguro de sus encantos. Aun así le planta cara, a su manera.
Y es que el entrenador de los Chicago Star es un hombre de vuelta de todo, con una infancia complicada, una adolescencia rebelde y una carrera como quaterback estrella; anhela una vida relajada al acercarse a los cuarenta. Quiere casarse con una mujer hogareña, tener hijos, asentarse y convertirse en un ciudadano modélico, dejando atrás las peleas, las borracheras, las grupies y el sexo salvaje. Tiene una candidata, una maestra de escuela infantil, que representa todo lo que busca en una mujer para hacer realidad su sueño. Pero su nueva jefa, la señorita rubia tonta Phoebe Somerville se cuela en sus pensamientos en cuanto baja la guardia, le saca de quicio, se entromete en sus asuntos y le descoloca con cosas como que no puede hablar con él porque está demasiado sensible por sufrir el Síndrome Premenstrual. Para un hombretón como Dan, Phoebe es una pesadilla, exuberante, sexy, irresistible, tonta… pensándolo bien, tal vez no tan tonta.
Estos dos pesos pesados, que chocan como dos trenes de mercancías, me han hecho sonreír por segunda vez. Hace años leí Tenías que ser tú y me enamoré de su estilo y su frescura. Unos años después, con esta relectura, la novela ha despertado mi interés con la misma intensidad. Los diálogos son geniales entre Phoebe y Dan, llenos de chispa. Su historia es a la vez divertida y tierna, apasionada y conmovedora. Phoebe despierta simpatía, al menos a mí me sedujo con los primeros capítulos y según avanzaba en la lectura no hacía más que despertar mi admiración. Dan no me gustaba tanto, sobre todo al principio. Entendía su frustración por no conseguir sacar adelante al equipo, pero podía llegar a ser cruel en sus comentarios, muy despectivo, aunque esa faceta de perro ladrador hacía que cada vez que Phoebe conseguía una victoria, la perplejidad del entrenador me supiera a miel. Finalmente también me enamoré de ese hombretón bocazas porque Dan también tiene su lado juguetón, tierno y protector.
Tenías que ser tú no es únicamente una historia de amor, y creo que por eso me gusta mucho, es también una historia de superación por parte de Phoebe. Vencer el doloroso rechazo de su padre, el drama que vivió a los dieciocho años, los años posteriores, durante los cuales se castigó ella sola, se convierten en una parte importante de la novela. Tal vez por eso me resultaba tan interesante ver interactuar a Phoebe con los jugadores, todos de aspecto intimidante. A pesar del miedo que le inspiran todos ellos, incluyendo el entrenador, saca pecho, con Phoebe es casi literal, y se enfrenta a las situaciones sin dejar entrever su inseguridad. Una escena muy lograda es cuando ella entra en los vestuarios de los chicos justo antes de un partido crucial y hace uso de su peculiar sicología para relajar un poco la tensión. No paré de sonreír hasta el final del partido.
Pero no puedo olvidar su amistad con Ronald MacDermitt, el presidente del equipo, un joven patoso que ama con pasión el football americano pero que no tiene aptitudes físicas para ser ni un buen deportista ni un presidente respetado por los demás miembros del equipo. Ron y Phoebe son un tándem perfecto para conseguir meterse a los demás en el bolsillo sin que ellos sepan cómo han acabado haciendo lo que no querían. Hay escenas divertidas entre Dan, Ron y Phoebe, y ni cabe decir que el entrenador siempre acaba sintiéndose estafado por esos dos elementos aparentemente inofensivos.
(Dan) -Tú ganas.
(Phoebe) -Vale. ¿Cuál es el premio?
-Ronald –le chirriaron los dientes-. He decidido que no me marcharé si decides volver a contratarle.
-Eso es genial.
-No desde mi punto de vista.
-Ron no es tan incompetente como crees.
-Es un perrito faldero. -Estupendo, y tú eres un bulldog, por eso deberíais llevaros bien.
La relación de Phoebe con su hermana Molly me conmovió, ambas sufren por culpa de un hombre mezquino que las despreció pero los prejuicios de la más joven pone una barrera entre las dos. La hermana pequeña me sacaba de quicio, pero entendía su miedo al verse sola siendo tan joven y desconfiando de su hermana mayor.
El caso es que todos los personajes están bien perfilados y la historia avanza sin tropiezos hasta un final apoteósico que mantiene en vilo, al menos yo no podía dejar de leer. Si no la habéis leído, hacedlo porque es tan entretenida y divertida que se lee sin poder parar. Y las que ya la conocen, pues ya sabéis de qué hablo. SEP es magnífica en esta historia y no me canso de decir que es una novela para guardar en un lugar especial.




Después de la magnífica reseña de Maribel, poco queda por decir. Creo que no me equivoco al pensar que la serie Chicago Stars supuso la consolidación definitiva de Susan Elizabeth Phillips como escritora. Para mí, ésta serie refleja perfectamente la grandeza de la autora, su calidad narrativa y, principalmente, su personal estilo: ingenioso, divertido, ágil y sexy.

En mi opinión, la serie no podría tener un mejor inicio. "Tenías que ser tú" es una novela brillante, desde la primera página logra despuntar, sorprender y divertir con unos protagonistas memorables: Phoebe y Dan. Ambos, muy bien perfilados, a priori pueden dar una imagen muy superficial, sobre todo ella, sin embargo, son más complejos de lo que parecen. Un verdadero ejemplo de que las apariencias no siempre corresponden con la realidad es Phoebe. Me encanta como disfraza sus miedos e inseguridades, sus anhelos y sus traumas del pasado porque, creo que su perfil es más común y realista de lo que puede parecer.


Un deporte prácticamente deconocido aquí como es el fútbol americano, lejos de ser un inconveniente, creo que es otro de los grandes aciertos de SEP en esta serie. En este escenario y siendo gran parte de los personajes jugadores de dicho deporte, la representación masculina es pura testosterona. El protagonista de esta historia, Dan, es un dios del fútbol americano, sexy e irresistible que ha dejado su estela como quaterback y se ha iniciado en el oficio de entrenador de los Chicago Star. Y en este mundo de pases, jugadas y estrategias, aparecerá Phoebe, una rubia que no entiende nada de fútbol y acaba de heredar el club. Ella no tan sólo pondrá al límite la paciencia de Dan, también logrará ponerlo un poco... nervioso.

Por otra parte, hay tantísimos personajes secundarios que aportan su granito de arena que sin ellos nada sería lo mismo. De hecho, me hubiera encantado poder leer la historia propia de Ron, el presidente de los Chicago Star.

Al releer esta novela me he acordado de porqué Susan Elizabeth Phillips es una de mis escritoras favoritas, porqué me gusta tanto la novela romántica contemporánea y porque me lanzaría a leer cualquier libro suyo sin ni siquiera leer el argumento. Sin duda, ésta novela es una de mis recomendaciones permanentes, diecisiete años después de su publicación, sigue siendo un gran referente. Si buscas una lectura amena, que te atrape y te divierta, personajes sexys, diálogos ingeniosos y escenas aún más atrevidas y sorprendentes, éste es tu libro.