Un verano en Escocia

01 abril 2011



Un verano en Escocia
Autor: Mary Nickson
Editorial: Plaza&Janés / 2006
ISBN: 978-84-01-33607-2
Género: Narrativa Sentimental
Título original: Off Balance
Giles e Isobel viven con sus dos hijos en una preciosa granja escocesa y han convertido los graneros en un centro cultural. Cuando falta poco para la inauguración, se presenta Lorna, hermana de Isobel, para pasar una temporada con ellos, tras su fracaso matrimonial. Lorna no hará más que complicarles la vida a todos con sus celos y su necesidad de ser el centro de todas las miradas, hasta el extremo de seducir al marido de Isobel, con el que había flirteado años atrás en la universidad.

    De Mary Nickson había leído, hace ya unos años, La casa veneciana, y la acabé a regañadientes, por pura cabezonería, convencida de que no me arriesgaría más con esta autora. Pero tenía este libro, olvidado, y no sé por qué me lancé de nuevo con Un verano en Escocia, atraída por el resumen, ambientada en la siempre atrayente Escocia, pero sin muchas expectativas.

    Pues me llevé una agradable sorpresa cuando me vi sumergida en las vidas entrelazadas de Giles y su mujer Isobe;, la llegada de la hermana de esta, Lorna, tras su divorcio; y la contratación de un joven pintor con tanto talento como carisma y misterio. Entre los cuatro se teje una red de intenciones no siempre bienintencionadas, no siempre leales. La pareja, tras doce años de matrimonio, ve como su vida en común pende de un hilo y deben averiguar hasta qué punto su relación es solidad.
    Bien, no hay grandes acontecimientos en la historia, son detalles en el día a día lo que hace avanzar la trama. Lo que hace interesante la novela son los personajes. Al menos al principio me encantaron, pero poco a poco, para mi gusto, fueron perdiendo coherencia, hasta en algunos casos, parecerme patéticos.
    Primero está Isobel: es una mujer que tras el nacimientos de sus mellizos ha tenido que enfrentarse a un doble reto, cuidar de su hija, Amy, una niña con dotes excepcionales para la música; y velar por su hijo Edward que sufre una discapacidad profunda. Ha dejado de ser la joven entusiasta y alegre para convertirse en una luchadora que siente su corazón dividido por los sentimientos que su hijo despierta en ella.
    Giles no me ha gustado nada como personaje: manipulador, taimado, egocéntrico, egoísta. Durante toda la novela juega con la clara rivalidad que hay entre las dos hermanas para su entera satisfacción masculina por ser el centro de atención de las dos mujeres. Es un personaje inmaduro y caprichoso que, en ningún momento ha despertado ninguna simpatía en mí.
    Lorna: Sola hay una palabra para definirla: ODIOSA. Me ha hecho crujir los dientes de tanto apretarlos porque sinceramente llegaba a indignarme tanto que habría dado cualquier cosa para quitarle la venda de los ojos a Giles y zarandear a Isobel por dejar que semejante víbora entrara en su casa. Su única meta es amargar la existencia de su hermana por los celos que la carcomen y está obsesionada con su cuñado porque en el pasado fueron algo más que amigos.
    Y está Daniel: un joven pintor con un pasado doloroso que le ha llevado a dar la espalda al amor, pero en cuanto conoce a Isobel, todos sus buenos propósitos se vienen abajo y tendrá que luchar por mantenerse al margen de un matrimonio que hace aguas.
    Un verano en Escocia me gustó mucho cuando empezó, pero al cabo de  unos diez capítulos ya me había cansado de las mezquindades de Lorna, de la estupidez de Giles, la inercia de Isobel y sentí ganas de dejar el libro por donde estaba. Aun así seguí leyendo, deseando encontrarme con algo más. Y lo que seguía  era más de los mismo, pero empujando las cosas un poco más allá, apretando las tuercas de la paciencia del lector hasta crispar. De manera que puse mis esperanzas en el  desenlace, algo… pero cuando las cosas parecían que se iban a desvelar, que habría algo de justicia, que alguien debería poner en su sitio a cierto personaje, todo se diluye como tinta en papel mojado y, la verdad, me dejó un mal sabor de boca:
    Aquí desvelo algunas cosas del final, así que si no deseáis averiguar más, absteneros de leerlo: El final no me ha parecido coherente, más bien precipitado y me niego a pensar que una pareja, después de semejante crisis, resuelva todo por un disgusto. Al igual que por mucho amor fraternal que se pueda sentir, todo tiene un límite y nadie puede superar semejante traición de manera tan superficial, con tan solo un poco de indiferencia. La pasividad de Isobel me sacaba de quicio, para ser una madre luchadora, se conformaba con llorar y comunicarle sus temores a su marido. Giles sale airoso después de portarse como un cretino, lo que casi me arrancó un gruñido de indignación, el personaje ni crece, ni madura, mete la pata hasta el cuello y punto. Una vez más no podía tragármelo así, sin más.  Y la “pérfida” hermana perfecta… se va de rositas. (Más aun después de leer el epilogo; fue como esas películas en la que matan al alíen que amenazaba con aniquilar la humanidad y justo al final, cuando salen los titulares, aparece un huevo del alíen… pues me sentí igual de frustrada).
    Lo siento, Un verano en Escocia es un sinfín de mezquindades de una mujer frustrada y amargada, que decide hacer la vida imposible a los demás. Los dramas, las traiciones, las mentiras pasan sin pena ni gloria; los personajes no maduran, permanecen estancados de principio a fin hasta tal punto que en algunos momentos me parecían caricaturas. Los únicos personajes que me han gustado han sido los niños, los únicos coherentes en esta historia, y Joss y Mick, los empleados de Giles e Isobel. Y tal vez Daniel, la única víctima de esta farsa.
    Lo siento, es la segunda oportunidad que le doy a Mary Nickson y sería por mi parte puro masoquismo leerme la segunda parte de esta historia. Con esta he tenido más que suficiente.