La canción de Annie

24 noviembre 2010



Título: La canción de Annie
Autora: Catherine Anderson
Título original: Annie's Song
Editorial: Manderley / Noviembre 2010
ISBN: 978-84-8365-134-6
Género: Histórico
Una canción que cura los males del corazón. Annie Trimble vive en un mundo solitario en el que nadie puede adentrarse ni tampoco comprender. Tan delicada y hermosa como las dulces flores de la primavera de Oregón, es rechazada por un pueblo que malinterpreta su aflicción. Aunque esta crueldad no puede destruir el amor que Annie lleva en su corazón. Alex Montgomery se horroriza al saber que su rebelde hermano pequeño le ha forzado a una relación con una indefensa “chica tonta”. Atormentado por la culpa, Alex acepta casarse con ella y criar al bebé que ella espera como si fuera suyo. Pero nunca sueña con que llegará a querer a su cariñosa, callada y mal juzgada Annie-su infantil inocencia, sus femeninos encantos y la asombrosa visión que ella tiene de las cosas-. Entonces se empeña en romper la barrera de silencio que la rodea, para curar y ser  curado por la dulce canción de amor de Annie.



    Annie vive en su mundo sin que nadie haga nada por entender sus rarezas, todos, incluidos los miembros de su familia, la creen débil mental y el trato es despectivo y cruel. Pero ningún desprecio es tan cruel como la agresión a la que se ve sometida a manos de Douglas Montgomery.
    Violada y embarazada, Annie se ve envuelta en acontecimientos que no entiende porque nadie le explica por qué su cuerpo está cambiando, ni por qué sus padres la obligan a abandonar el que fue su hogar para vivir con un hombre que le recuerda al hombre que tanto daño le hizo.
    Alex, leal y con un sentido del deber muy estricto, decide casarse con la pobre chica y, resignado a vivir con una mujer que nadie entiende, se la lleva a su casa. Pero, a pesar de las rarezas de Annie, enseguida percibe indicios de que su esposa no es una “pobre chica tonta” y poco a poco entenderá cual es el problema real.
    La existencia de Annie es solitaria  y desde el principio conmueve su delicadeza. Es un personaje que resulta enternecedor. El lector siente empatía con ella desde el prólogo con un sentimiento de indignación y un deseo de protección que nos lleva a querer protegerla.
    Alex es un protagonista que enamora por su paciencia y gentileza, nos conquista al ver cómo trata a Annie a pesar de estar convencido de que ella no entiende nada de lo que le ocurre. Poco a poco entra en el mundo de Annie lleno de  dulzura y bondad y cae rendido ante sus encantos, su fragilidad y su personalidad, y no es difícil entenderlo.
    No es una novela romántica convencional ni con mucha acción (casi todo transcurre entre los dos y en la propiedad de Alex) ni grandes pasiones, pero sí es una historia de amor llena de pequeñas victorias, las de Alex, cada vez que se acerca a su esposa decidido a entenderla, con emociones a raudales que dejan al lector con el corazón encogido por la sensibilidad de los protagonistas. No obstante la novela no cae en el melodrama aunque hay escena que remueven  las entrañas, es un canto a la esperanza.
    Catherine Anderson ha sabido hacernos participe de los pensamientos de Annie que no son para nada los de una persona confusa, sino los de una mujer que ha crecido sin ninguna educación en estado casi salvaje. Su percepción del mundo que la rodea es lo que sus ojos ven y lo interpreta a su manera, con una lógica asombrosa que, algunas veces puede resultar divertida, pero que no es más que el resultado del egoísmo y desidia de sus padres. Aún  así su extrema sensibilidad la hace apreciar la belleza que la rodea sin dejarse llevar por la desesperación: 

    “Extasiada, Annie apretó con fuerza los barrotes de hierro, pensando que, en lugar de la música, Dios le había dado los amaneceres. Aún sorda, podía oír la canción en su corazón; y no por ello era menos conmovedora. Bella música hecha de luz.”
    Lo que más emociona en la novela no son los acontecimientos o los actos, son los pensamientos de ambos, pero por encima de todo, los de Alex porque casi toda la narrativa se basa en la visión y las cavilaciones de él, de cómo ve a su esposa como una carga difícil de manejar hasta que cae rendido frente a la ternura de Annie. Sus actos embelesan al lector por su intuición, su tacto, su entrega al querer llegar a comunicarse con ella.
    Estos párrafos de una escena son preciosos y resumen muy bien a los protagonistas, coherentes, tiernos, conmovedores. 

    Annie, bailando al compás de una música imaginaria, en un mundo imaginario, pero, ahora, no en los brazos de un hombre imaginario. Aquel universo de fantasía que él había invadido era todo lo que ella tenía. Tildada de idiota, rechazada durante casi toda su vida, sin educación, sin amigos. No era una mujer, sino un secreto inquietante que sus padres habían mantenido oculto.


    Hacía muchos años que Alex no creaba mundos imaginarios. Demasiados años, quizá. Él se lo había perdido, pensó, pues soñando de aquella forma siempre existía una sensación de que cualquier cosa podría pasar… Dios… no quería destruir ese instante eterno.

    ¿Pero los mundos imaginarios pueden convertirse en realidad? Hay que leer la novela.
    ¿Qué más puedo decir? Pues que Catherine Anderson nos regala una novela exquisita, tan calidad como la mirada tan expresiva de Annie o tierna como las sonrisas de Alex, que cala hondo, que emociona y al acabar nos despedimos de Alex y Annie con un sentimiento agridulce porque nos hemos enamorado de la pareja…