La calle de los sueños de Luca di Fulvio
La calle de los sueños de Luca di Fulvio
01 octubre 2014
La
calle de los sueños
Luca di
Fulvio
Editorial: Debolsillo/14 de junio de 2011
ISBN: 9788499088662
Género: narrativa histórica
Nueva York, años veinte. La ciudad está en plena efervescencia, las mafias y gángsters dictan la ley. En un ambiente callejero de reyertas y miseria, Christmas, un joven inmigrante italiano, lucha por cumplir sus sueños y salir de los suburbios. Para ello tiene que enfrentarse a una realidad en la que impera la falta de prejuicios y la fuerza, reglas que no se pueden cambiar. A menos que… se tenga un don especial. Y Christmas lo tiene. Su fabulosa capacidad para contar historias hace soñar a todos los que le escuchan.
Acabo
de terminar La calle de los sueños y siento una extraña sensación agridulce,
justamente porque la he acabado. Fue una lectura recomendada por Lidia Cantarero así que busqué y todo lo que leí despertó mi curiosidad: los años veinte, el mundo del hampa, el inicio del celuloide, la magia de la retransmisiones radiofónicas, un amor prohibido, la inocencia truncada y la esperanza. Ya mismo os digo, porque no me puedo aguantar, que ha sido una de las mejores lecturas del año.
La
novela se divide en dos partes y la primera en dos tiempos: la década de los
veinte y la de los diez del siglo XX. Esta última es una trama segundaria, conocemos a
Cetta, una joven italiana abocada a un destino de sumisión en la finca donde
trabaja toda su familia. Tras sufrir una agresión, decide que no mantendrá la
cabeza agachada y huye con dieciséis años a América, la tierra de las
oportunidades, con su hijo de apenas unos meses. Pero la
travesía del Atlántico y la llegada a Estados Unidos no resultan ser el sueño que
imaginaba y su existencia se convierte en un camino de sacrificio y penurias. Sin embargo,
Cetta es fuerte, a pesar de su juventud, y posee algo más: el fervoroso deseo de
que su hijo sea un auténtico americano, no un inmigrante italiano más, sino un
hombre de provecho, un triunfador.
El pasado es fundamental para entender a Christmas, protagonista de la trama principal, porque la obsesión de Cetta y su vida en un
barrio pobre marcado por las bandas callejeras y la violencia,
marcan la diferencia entre Christmas y los demás chicos de su barrio. Le inculca la ambición de desear algo más, y si algo
tiene el chico, es labia y mucha imaginación para conseguir lo que quiere.
A sus
dieciséis años, la edad en la que su madre abandonó Italia, Christmas sabe que la
gente ve lo que quiere, que las apariencias son fundamentales y entiende que tener
una banda le garantiza no ser un perdedor, pero todo es aire, porque no tiene
ni una chispa de maldad en su cuerpo, solo ilusión y voluntad.
En
contrapartida, tenemos a Ruth, una niña de trece años, procedente de una
familia adinerada que vive en un barrio inalcanzable para la gente como Cetta y
su hijo. Aparentemente la maldad no existe en su protegida existencia. Sin embargo nada es
perfecto en su familia: nadie sonríe, nadie se interesa por los demás. Su hogar
es lo más parecido a una tumba silenciosa, y ese silencio la ahoga. Por eso un
día acepta salir con el joven jardinero a escondidas de sus padres, pero el
precio que paga por semejante insubordinación es excesivamente alto: Ruth sufre
una terrible agresión que deja una huella indeleble no solo en su físico, sino
también en su alma. La única luz en su vida a partir de entonces es
Christmas, su salvador, el joven que la encuentra en un descampado y
la lleva hasta un hospital a riesgo de ser acusado de la agresión. A partir de
entonces nace una frágil y extraña amistad entre los dos jóvenes, cuyos
destinos se sitúan en polos opuestos, pero los sentimientos que experimentan van más allá de las convenciones, de las diferencias de clases, de los
traumas y los temores.
La
ambientación se sitúa en gran parte en Nueva York, en uno de los barrios más
pobre y violento, donde la resignación y la sumisión son el pan de cada día, y
Los Ángeles y su deslumbrante Hollywood. La calle de los sueños retrata con
gran acierto la esencia de lo que son los Estados Unidos: un compendio de
nacionalidades, de inmigrantes que desembarcaron soñando con una vida mejor y
se toparon con más sacrificio y pobreza, donde el sueño americano no estaba al
alcance de todos.
Christmas
se mueve como pez en el agua entre las bandas, roza lo legal y lo ético, sufre
sus altibajos por los golpes que le asesta la vida y por su camino se cruzan
personas que sacarán lo mejor y lo peor de su persona.
Ruth
vive su propio viaje interior. De la noche a la mañana pasa de ser una niña
desenfadada a una adulta emocionalmente rota. Por decisión de terceros su vida da un giro inesperado y viaja a Los Angeles, donde el autor refleja los inicios del mundo del
celuloide tal y como lo conocemos: una fábrica de sueños de cartón piedra, una
ilusión peligrosa con muchos sombras.
Ambos
viven su propio proceso de maduración a lo largo de varios años, en entornos
muy variopintos, con innumerables detalles de cómo era la vida en ese periodo
de entreguerras que todos hemos visto en películas y no cuesta nada perderse
por las calles de Nueva York: el Lower East Side, Manhattan, o Los Ángeles y su
famoso Sunset Boulevard.
No
tengo ni una pega y nada sobra en esta maravillosa novela. Los personajes, ya
sean los protagonistas o los secundarios, son magníficos, con
valores, sombras, sueños, cometen errores que acaban pagando. Si bien hay un
personaje que produce auténtico rechazo, todos los demás ofrecen todas las
facetas del ser humano: bondad, generosidad, egoísmo, violencia, muerte y
esperanza. El autor se ha esmerado en crear un elenco que retrata personajes de carne y hueso. La prosa no hace más que dar cuerpo a la historia sin hacerle sombra a los personajes: es rápida, cruda, sensible, pero en todos los casos es fluida y muy amena, donde prevalecen los diálogos en muchas escenas.
Es la
epopeya de una América donde los gangsters eran dueños de las grandes ciudades,
el contrabando de alcohol se convertía en el sustento de muchas familias, las diferencias
de clases eran brutales, e incluso entre los más pobres existía algo parecido a castas entre judíos, italianos, irlandeses y demás nacionalidades, de las cuales era casi
imposible escapar y donde una vida no valía más que lo que uno poseía.
Es una
historia dura, ruda, con escenas cruentas, pero a la vez La calle de los sueños
está repleta de vida, ilusión y sueños. Hasta los seres más mezquinos y
depravados los tienes. Y quizá por eso mismo la novela es tan realista y transmite tantas emociones, porque sus personajes convencen, enamoran, despierta compasión o rechazo, destillan carisma, cobran vida hasta traspasar
las páginas. En cuanto a la contextualización: le doy un diez porque he viajado
con los ojos pegados al libro, he sentido el hedor de las calles Lower East Side, el frío de un día nevado en Central Park, y me he paseado bajo el sol de California.
Sin duda, es una obra maestra. Muy recomendable.
Sin duda, es una obra maestra.
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Queda claro... hay que leerlo! me lo llevo apuntado en mi lista de "me lo pido"!!! me has convencido.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reseña.
Besos
Totalmente de acuerdo, lo leí hace unos años y coincido con tus impresiones.
ResponderEliminarBesos.
Me encantó. Lo leí hace tiempo tras la recomendación de una bloguera y me apasionó.
ResponderEliminarUn beso
No la conocía y parece que hay que llevar el título apuntado
ResponderEliminarNo lo conocía, pero está claro que hay que anotarlo. Besos.
ResponderEliminarAy, ay. Me convencen las emociones que te ha hecho sentir la novela, pero me echan para atrás los momentos crudos y duros por los que pasan los protagonistas... No sé, creo que no me atrevo.
ResponderEliminarUn besito.
Acabo de leer el libro hace 2 horas y he llorado de felicidad quiero vivr un final asi por dios
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