La tienda vintage de Astor Place de Stephanie Lehmann

14 julio 2014

La tienda vintage de Astor Place
Stephanie Lehmann
Editorial: Maeva/ 4 de abril de 2014
ISBN: 978-8415893295
Gñenero: Chick lit
Amanda Rosenbloom regenta una pequeña tienda vintage en Manhattan, cuyas prendas escoge con mucho criterio. Al acudir a comprar el vestuario de la anciana Jean Kelly, encuentra un viejo diario escondido en un antiguo baúl y, sin decir nada, se lo lleva y se sumerge en su lectura. El diario perteneció a Olive Westcott, una joven que llegó a Manhattan en 1907 y, tras la inesperada muerte de su padre, tuvo que aprender a valerse por sí misma. Gracias a su ingenio y determinación, Olive consiguió cumplir su sueño de llegar a ser encargada de ventas en unos grandes almacenes. En su diario, Amanda encontrará las fuerzas para poner en orden su vida, incluso cuando un cambio en su contrato de alquiler puede representar el fin de su negocio.

Sí algo caracteriza la primera década del siglo XX es el cambio y la modernidad. En las ciudades la luz de gas daba paso a la electricidad, los coches de tiro a lo extravagantes vehículos motorizados, y en la ciudad de Nueva York los rascacielos sustituían las casas. Sin embargo las mujeres seguían ejerciendo el mismo papel secundario en la sociedad a pesar de la lucha de las sufragistas. Las que se atrevían a luchar por si sola se enfrentaban con un muro de condena, hipocresía e injusticia.

Cien años después las mujeres han alcanzado su libertad, son dueñas de sus decisiones. Aun así quizá no hayamos cambiado tanto, quizá tengamos todavía mucho que ver con esas mujeres que se sometían a un corsé y no tenían más opción que recurrir a un marido o un amante para salir adelante. La diferencia es que disponemos de la capacidad y el derecho a decidir.

Olivia y Amanda son las dos protagonistas de esta aventura teñida de moda, pasado y presente y la ciudad de Nueva York como telón de fondo.

La tienda Vintage de Astor Place nos relata dos historias: Amanda Rosenbloom, una joven
propietaria de una tienda de ropa vintage. Se dedica a buscar ropa antigua, es una enamorada del pasado. Lo que la lleva a visitar a una anciana desahuciada por la medicina que pretende deshacerse de todo lo que le sobra. Entre las prendas de la señora Kelly, Amanda da con un baúl de principio de siglo con prendas de interior y alguna cosa más que permitirá a Amanda entender lo que era mujer cien años atrás y recapacitar sobre su propia vida, ya sea profesional o personal. Su relación con Jeff se estanca y su tienda se ve amenazada por una decisión de sus caseros que podría dejarla en una situación precaria.

La protagonista del pasado es Olivia Westcott, cuya vida ha transcurrido sin grandes sobresaltos junto a su padre. Vive de manera acomodada y tiene muy claro que no está hecha para el matrimonio ni la maternidad después de enterarse de que su madre murió al dar a luz. Su anhelo inconfesable es convertirse en encargada de compra en unos grandes almacenes en Nueva York. Desde pequeña entiende el juego de la venta ya que su padre dirige uno de los muchos grandes almacenes que brotaron por todo el país a principio del siglo XX. Su destino da un giro inesperado y sus circunstancias económicas la dejan casi sin alternativas: casarse o buscarse un trabajo, pero sin recomendaciones, esto último es casi imposible, sin hablar del mísero sueldo que suelen cobrar las mujeres. Sin embargo, Olivia es una luchadora y emprenden un arduo camino cuyas reglas no siempre entiende.

Lo primero que destacaría de la novela es la ciudad de Nueva York. La tienda vintage de Astor Place es un brillante recorrido por la ciudad actual y la del pasado. Ambas historias están plagadas de detalles sobre su arquitectura, anécdotas, cambios. La visión de Olivia y la de Amanda permiten vislumbrar como la ciudad ha crecido, como sus barrios se han convertido en lo opuesto de lo que fueron en su día, de la modernidad que tanto asombra a Olivia a la nostalgia por todo lo que ha desaparecido a lo largo de los últimos cien años que sufre Amanda. Ambas aman Nueva York, sienten el palpitar de sus calles.

Lo segundo es la moda, o en termino más general, el atuendo de las mujeres. Amanda prefiere de lejos las prendas que vestían las mujeres en el pasado. Es muy detallista y su aspecto le importa mucho. Sin embargo, para Olivia la ropa no es más que una necesidad, en algunos casos muy incómoda. Sus muchos problemas la obligan a centrarse en otras cosas, como convencer a quien quiera escucharle que es capaz de vender cualquier cosa, ya sea moda o cosméticos, a las mujeres ociosas de la ciudad.

Y a partir de la visión de Olivia, descubrimos los albores del marketing: hacer que la gente compre lo que no necesita. Admito que todo lo relacionado con este personaje me ha apasionado porque la autora se ha documentado exhaustivamente, son tantísimos los detalles que aporta -desde la venta hasta la exposición de la mercancía, el día a día de las dependientes, sus penurias a sus alegrías- que su vida personal casi pasa a un segundo plano. Con todo no quiero decir que no me haya interesado Olivia, todo lo contrario porque me ha parecido una agradable mezcla de inocencia, perseverancia y carácter en una ciudad donde privilegiados y pobres, hombres y mujeres juzgan con una doble barra de medir las decisiones y las consecuencias. Olivia nos ofrece a través de su ingenuidad, pero también de su magnífica capacidad de adaptación, un retrato de una sociedad que económicamente avanzaba a marchas forzadas pero que arrastraba una moral añeja e injusta a la par que tiránica con las mujeres, sobre todo con las de clase más humilde.

No puedo decir lo mismo de Amanda. Contrariamente a Olivia, lo tiene todo: capacidad y oportunidades, aun así se aferra a una relación que no le aporta más que frustración con un hombre casado. Y no es únicamente una dependencia emocional, también económica. El personaje de Amanda me ha parecido insustancial, casi volátil en sus afectos, con poco fondo como persona y en términos general en la novela, no la he visto más que como un vínculo entre el pasado y el presente. A través de lo que averiguaba de la vida de Olivia, el lector averigua si los esfuerzos de la joven Westcott consiguen alcanzar sus metas. Por lo demás, Amanda no me ha aportado mucho, excepto una visión actual de la ciudad, de la moda vintage y poco más.

La tienda vintage de Astor Place me ha gustado a medias, solo me atrapaba cuando la trama se centraba en Olivia, sus circunstancias personales, la vida en una gran ciudad para una joven sola y lo que suponía ser una mujer trabajadora en aquel entonces. Por lo contrario, todo lo relacionado con Amanda me ha parecido superficial, ya sea como personaje o por su propia historia. Dos protagonistas, pero, para mi gusto, Olivia eclipsa a Amanda. Si hay que sacar una moraleja de las dos historias es que si bien no hay que olvidar el pasado, lo más sensato es mirar hacia delante y luchar por alcanzar nuestras metas.

No me ha dejado una gran huella aunque me ha gustado pasear por la ciudad de Nueva York de mano de Olivia.