El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain

07 mayo 2014




El cartero siempre llama dos veces
Autor: James M. Cain                          Género: novela negra
Editorial: RBA Libros                         Edición: 2010
ISBN: 9788498677706                         Precio: 15,00€
La fama de las versiones cinematográficas de esta extraordinaria novela no logra superar el impacto que causa la obra que Cain publicó en 1934. Un trotamundos sin empleo narra la atracción que siente por la esposa de un emigrante de origen griego. Pero no será fácil librarse del viejo marido. Y habrá que contar con el inescrutable destino: ese cartero que siempre llama dos veces.


Sobran las presentaciones cuando hablamos de un clásico de la novela negra. Probablemente "El cartero siempre llama dos veces" es la obra más conocida de James M. Cain, ya sea por el original o por sus dos adaptaciones cinematográficas. En cualquier caso, puedo entender que su publicación causara gran revuelo en 1934 puesto que el autor se arriesga con una historia construida fundamentalmente sobre dos pilares: violencia y sexo.

Desde la primera página nos adentramos en la fuerte y mutua atracción que sacude a Frank Chambers, un hombre sin casa ni rumbo fijo que acaba de ser contratado para trabajar en la fonda de Nick Papadakis, con la mujer de este, Cora. Ambos, cegados por una pasión arrebatadora y el deseo de estar juntos, planean el asesinato del griego.

En este triángulo destaca el narrador, Frank, un antihéroe que se mueve por sus deseos; Nick, un inmigrante que ha cumplido su sueño americano y se ha casado con una mujer mucho más joven que él; y Cora, pura ambición. Los protagonistas buscan su propio beneficio, sin guiarse por los valores sociales de forma que la novela reflexiona sobre la codicia, el sistema judicial y, por supuesto, la moral.

En primer lugar me llamó la atención la forma en la que introduce el eje central de la trama, directo y sin rodeos, tanto que por un momento me resultó poco creíble la relación entre Frank y Cora. No obstante, a medida que avanzaba iba siendo más consciente del sencillo pero efectivo estilo que sigue James M. Cain. Centrado en las acciones que mueven a los personajes, abandona toda descripción e incluso cualquier rasgo psicológico que nos ayude a entender o empatizar mínimamente con los protagonistas. Personalmente, habría agradecido más profundidad aunque posiblemente aquí radica uno de sus logros. De hecho, resulta curioso cómo en todo momento se desprende de la lectura una gran carga erótica pero sin incidir apenas en detalles.

El desenlace que esboza está muy ligado al título metafórico que emplea, puesto que no hay carteros presentes en la historia sino un destino inevitable. Por otra parte, su breve extensión y el ritmo ágil del que se caracteriza facilita que se lea en muy poco tiempo.

En definitiva, no ha conseguido sorprenderme tanto como esperaba ni, bajo mi opinión, es una novela redonda; sin embargo, puedo entender que en su momento supusiera un gran impacto y todavía hoy continúe siendo un referente.