En la isla de Tracey Garvis Graves

02 septiembre 2013

En la isla
Tracey Garvis Graves
Título original: On the island
Editorial: Salamandra/ junio 2013
ISBN: 978-84-9838-539-7
Género Romántica Contemporánea

A sus treinta años, Anna Emerson siente que su vida se ha estancado. Harta de los largos inviernos de Chicago y de una relación de pareja que no parece tener futuro, Anna acepta sin pestañear la oferta de una acaudalada familia de pasar el verano en las Maldivas como tutora de su hijo T. J. Éste, por el contrario, no está precisamente entusiasmado con el plan. Aún no ha cumplido los diecisiete, acaba de superar un cáncer con pronóstico incierto y lo único que desea es recuperar su vida y volver a ser el de antes.
Tras un largo viaje plagado de contratiempos, el destino coloca a Anna y T. J. en una avioneta rumbo al paraíso, pero, mientras vuelan sobre las aguas azul turquesa del océano Índico, el aparato se estrella en un mar infestado de tiburones. Anna y T. J. sobreviven milagrosamente y son arrastrados por la corriente hasta una isla deshabitada. Los días se convierten en semanas, las semanas en meses, y sus esperanzas de rescate se van disipando. Así, con apenas alimentos y a merced de un clima despiadado, Anna y T. J. aprenden a subsistir en un entorno tan bello como peligroso, pero el mayor desafío para Anna será el de convivir con un chico que rápidamente se está transformando en un hombre.
 Por mucho que nos esforcemos en hablar de igualdad entre hombres y mujeres, calibramos de diferente manera la vida privada de un hombre o una mujer. Estamos acostumbrados a ver hombres emparejados con mujeres mucho más jóvenes, sin embargo no vemos con la misma indulgencia el caso contrario. Si una mujer se relaciona con un hombre mucho más joven que ella, el peyorativo de “asaltacunas” viene a la mente. En este caso, Tracey Garvis Graves ha sabido dar una vuelta de tuerca al asunto: no solamente la protagonista es mucho mayor, sino que cuando se inicia esta apasionante aventura de supervivencia, él no es más que un adolescente.

Todo empieza con unas vacaciones que deberían ayudar a T J a recuperar las clases que se ha perdido durante una larga enfermedad. Anna ha sido contratada por la familia del adolescente, durante dos meses será su tutora. Lo primero que me vino a la mente fue: menudo tópico, el joven alumno que se enamora de su profesora. Pero ambos se encuentran en una etapa de sus vidas en la que todo puede ser: Anna siente que su relación con su novio ha llegado a un callejón sin salida. Quiere casarse tras más de siete años de relación, quiere hijos, pero su pareja prefiere seguir como están. Por eso mismo aceptar la oferta de trabajo, porque le permite alejarse y tal vez encontrar la respuesta que necesita para tomar la decisión de seguir con su novio o dar carpetazo a su relación. Por su parte T J acaba de salir de una larga enfermedad cuyo tratamiento agresivo le ha mantenido lejos de todo lo que un joven puede desear a los 16 años. No le hace mucha gracia el plan ideado por sus padres: viajar hasta una isla en el Océano Indico junto a su familia, bucear y recuperar todo lo que no ha podido estudiar durante más de un año. Preferiría de lejos seguir junto a sus amigos y disfrutar con ellos, pero en lugar de eso, se encuentra en un avión junto a su profesora particular rumbo a una isla paradisiaca que se convertirá en su cárcel durante todo un verano.
Y TJ no anda tan desencaminado: durante el viaje sufren un accidente, la avioneta que debería conducirles hasta su destino se estrella en el mar. Después de unas horas angustiosas a la deriva en el mar encuentran refugio en una isla desierta. A partir de ese momento la relación entre la profesora y el alumno cambia, se han convertido en dos náufragos que deben sobrevivir en un entorno hostil y dependen el uno del otro.
Sin paños calientes, la autora nos mete de lleno en todas las vicisitudes de dos personas acostumbradas a vivir cómodamente. No falta de nada, desde envenenamiento hasta huesos rotos, enfermedades tropicales, huracanes, hambre, deshidratación, etc. En esas condiciones extremas, ambos aprenden sobre la marcha tanto como se equivocan y durante esa difícil adaptación se descubren. Lo que más me ha gustado es que la relación entre Anna y TJ es muy coherente, avanza de manera pausada, porque no hay que olvidar que los separan trece años. Entre desgracias y privaciones, inician una amistad sincera tal vez impulsaba por la convicción de que si uno falleciera, el otro no podría sobrevivir. Descubren que tienen puntos en común a pesar de provenir de entornos muy diferentes. TJ agradece que Anna no le trate como a un niño y Anna admira la capacidad de adaptación de TJ después de haber sufrido un cáncer.
Reconozco que la diferencia de edad me inspiraba cierta reticencia a la hora de leerla y me decidí cuando Patricia Rodríguez Quirós me la recomendó. De modo que decidí probar suerte. Sentía curiosidad por averiguar cómo la autora abordaría el tema de la edad y debo decir que ha salido airosa porque ambos maduran en la isla, y acaban conociendo lo bueno y lo malo del otro. Lentamente TJ deja de ser un adolescente, ya de por sí muy maduro dada su experiencia con una enfermedad que le llevó a las puerta de la muerte. Anna por su parte deja de ver en él a su alumno, ya no se siente responsable de él como profesora y pasa a ser su compañero para sobrevivir. El día a día y la cercanía da pie a otros sentimientos según pasan los años y TJ se convierte en un hombre. A partir de entonces vemos como la atracción natural entre un hombre y una mujer surge y se convierte en amor, no sin las dudas oportunas.
Los personajes son la baza del libro porque a pesar de sufrir innumerables desgracias (y alguna que otra alegría), la autora no profundiza mucho en esos asuntos, aunque aborda todos los posibles obstáculos a los que uno puede enfrentarse en esas condiciones, y se centra en sus protagonistas, en cómo evolucionan, maduran pasando por diferentes estados de ánimos: desde la esperanza a la desolación, el miedo y la frustración al entender que nadie los encontrará. Entonces llega la resignación y la necesidad de sobrevivir. Algunas veces los desafíos a los que se enfrentan y la manera en la que los resuelven me parecían muy realistas, en otros casos la providencia me parecía demasiado benévola con la aparición de algunos objetos muy oportunos. Aun así, eran detalles que no me costaba asimilar en esta historia de supervivencia dado que Anna y TJ ya debían hacer frente a demasiados retos como para privarles de esas pequeñas comodidades.
Otro punto que me ha gustado mucho es que la novela se narra en primera persona, nos vamos enterando de cómo cada uno vive la misma experiencia ya que sus puntos de vista se alternan de un capitulo a otro. De esa manera somos testigos de las diferentes perspectivas, de cómo Anna ve con desesperación como se le escapa el tiempo de entre los dedos y sus sueños de formar una familia se desvanecen. Además de sus propios temores, la sombra de la enfermedad de TJ planea sobre sus cabezas y aunque apenas hablan del tema, ambos son conscientes del peligro. Anna es un personaje que se hace querer enseguida por su fortaleza, su arrojo a la hora de enfrentase a los peligros, su capacidad de adaptación, su realismo. Pero por encima de todo es cálida, divertida, cercana. De esa manera no cuesta entender que a pesar de ser mucho mayor que TJ, este se sienta atraído por ella, incluso en las peores circunstancias. En este punto Anna es la voz de la sensatez, pero en circunstancias tan adversas, el acercamiento entre los dos aflora de manera natural, no sin dudas, pero se entiende dado el valor que demuestra TJ y su personalidad tan arrolladora.
TJ, mucho más joven, representa el futuro, aunque limitado en esa isla, pero con toda una vida por delante y muchas cosas que experimentar. Por su enfermedad, ha tenido que madurar de manera acelerada, es consciente que ninguno de los dos podría sobrevivir sin el otro, por eso se siente responsable de Anna. Es un personaje adorable, optimista, con sentido del humor, y no duda en luchar con uñas y dientes para sobrevivir y hacer la vida más sencilla a su compañera. Me ha gustado como la autora ha llevado el asunto de la atracción que él siente desde el principio, como se reprime, se mantiene alejado y a la vez cede a alguna debilidad.
Según avanzaba en esta aventura, no podía dejar de preguntarme si la historia de amor entre TJ y Anna sobreviviría más allá de la isla, porque al fin y al cabo estaban solos en la isla y no debían rendir cuenta a nadie ni nadie podía juzgarlos. Y tuve mi respuesta porque la novela se divide en dos partes: la adaptación y la supervivencia en la isla, después el rescate y el regreso. En este punto todo se convierte en confusión y alegría. Ambos tienen que enfrentarse a los cambios que han sufrido sus familias porque han pasado años, se convierten en el punto de mira de todos, en concreto de los voraces medios de comunicación, y deben afrontar las dificultades de adaptarse a una sociedad que avanza demasiado rápido para ellos. Para mi gusto, esta parte es la más interesante porque entran en juego muchos más obstáculos, tal vez menos impresionante que luchar contra un tiburón, pero no menos peligrosos para la relación entre Anna y TJ porque intervienen terceros, deben hacer frente a las consecuencias de sus decisiones, y por encima de todo la diferencia de edad entre ellos se convierte en el mayor obstáculo.
En resumen, En la isla, nos ofrece una historia de amor diferente, bien argumentada, muy realista, tal vez un poco lenta en algunos aspectos en la isla (al menos para mí), pero en la segunda parte todo se acelera de manera que no puedes dejar el libro. Es imposible no encariñarse con los personajes y sufrir con ellos ya sea en la isla o lejos de ella.