Un verano que nunca volverá de Judith Kinghorn

22 mayo 2013


Un verano que nunca volverá
Judith Kinghorn
Título original: The Last Summer
Editorial: Random House Mondadori / 9 Mayo 2013
Género: Histórico

En el verano de 1914 la inocencia de la joven Cla rissa Granville está a punto de llegar a su fin. Criada en el lujoso y confortable ambiente de la aristocracia inglesa, Clarissa ha sido bendecida con la abundancia y la felicidad. En vísperas de su decimoséptimo cumpleaños, la propiedad rural de la familia se engalana para celebrar una excitante fiesta. Y es allí, en el escenario de sus juegos de niñez, donde Clarissa ve por primera vez a Tom Cuthberth, el hijo de la ama de llaves.

Apuesto, enigmático… y plebeyo, Tom es un hombre decidido a conseguir lo que quiere, y lo que quiere, en el mismo momento en que sus ojos se cruzan con los de ella, es a Clarissa. Pero las rígidas convenciones sociales y la madre de Clarissa maldicen su amor. Cuando las autoridades políticas anuncien el inicio de la Primera Guerra Mundial Clarissa y Tom se verán arrastrados por las terribles circunstancias del momento y tratarán de mantenerse fieles a sí mismos y a un amor que nació al cálido abrigo de un verano que nunca volverá.

1914 debería haber sido un año como cualquier otro en la vida de Clarissa Granville, nadie podía imagina que el entorno privilegiado de una joven procedente de una familia adinerada se vería alterado por un amor imposible y por una guerra. Unos días antes de cumplir diecisiete años conoce a Tom Cuthberth, el hijo del ama de llave de la mansión familiar. Entre juegos y bromas de los hermanos y amigos de Clarissa, la joven se siente atraída por ese joven tan diferente e inalcanzable por la diferencia de clases. Pero la guerra lo cambiará todo y obligará a Clarissa a madurar y dejar atrás sus sueños.

Cuando leí el argumento, enseguida sentí curiosidad por esta novela. Últimamente he leído unas cuantas
novelas ambientadas en la Primera Guerra Mundial (entre otras: El último verano en Mayfair de Theresa Révay, Querido quería contarte de Louisa Young) y si bien el argumento se repetía, el estilo de las autoras convertía cada historia en una lectura diferente y una visión más romántica o más cruenta de la guerra.

La novela se divide en cuatro partes, aquí solo hablaré de la primera donde la autora nos va introduciendo en el mundo privilegiado de Clarissa con una prosa en primera persona, lo que hace que todo vea visto desde el prisma de una adolescente inocente y soñadora. Su mundo es perfecto, rodeada de familiares y amigos ociosos en la casa de campo de los Granville, donde todo es lujo y etiqueta, el servicio debe ser invisible y nunca mezclarse con los habitantes de la casa ni con los invitados. Aun así la madre de Clarissa hace una excepción con Tom Cuthberth. Es el hijo del ama de llave pero es también estudiante de derecho. La joven no se cuestiona el como un joven de procedencia tan humilde puede permitirse estudiar una carrera. Lo único que le importa es que Tom despierta en ella emociones hasta entonces desconocidas y aviva su imaginación. Todavía cree que todo es posible y que sus padres solo desean su felicidad… hasta que estalla la guerra.

Después de ese inicio tan idílico y ese retrato de una clase privilegiada, la novela da un vuelco porque todos los personajes se enfrentan, cada uno a su manera, a la brutalidad de la guerra: los que se aferran al pasado y los que toman consciencia de los cambios irreversibles. La narrativa en primera persona se centra en Clarissa, ella nos lleva de la mano a lo largo de la historia. A través de sus experiencias, perdidas, decisiones y desengaños somos testigos de cómo la joven madura a marchas forzadas y debe enfrentarse a un entorno castigado por la guerra y sus consecuencias.

El estilo fluido y evocador de la autora hace que esta novela se lea con agrado y no hay que asustarse por las casi 500 páginas, porque Un verano que nunca volverá no es únicamente una historia de amor, es la historia de superación de una mujer que aprende a luchar lejos de las trincheras y recoger las ruinas de un pasado sin retorno.

La novela me ha sorprendido porque va mucho más allá del maremoto que supuso la Primera Guerra Mundial, la caída de muchas familias adineradas, la ruptura de las rígidas clases privilegiadas, los horrores de la contienda y el primer amor imposible de una joven inocente. Clarisa no lucha en el frente pero es una víctima más y debe esconder sus heridas. Si bien algunas veces me parecía un poco errática en sus decisiones y poco dada a imponerse, su personaje es muy humano, la autora le otorga virtudes y defectos, y finalmente evoluciona hasta ser la mujer que yo necesitaba para que el personaje me convenciera.

El inconveniente de una narrativa en primera persona es que deja al margen algunos asuntos relacionado con ciertos personajes de la novela. Tom Cuthberth es esencial en esta novela, sin embargo le conocemos poco. Eché de menos averiguar más de él porque es complejo y muy carismático. Su relación con Clarissa se ve marcada desde el principio por la barrera de suponía pertenecer a una clase u otra y ese asunto está bien planteado en el argumento general de la novela, pero a nivel personal me faltaba el punto de vista de Tom.

En conclusión, Un verano que nunca volverá no es una novela más ambientada en la Primera Guerra Mundial. Tiene su estilo propio y aporta la historia de una mujer, un amor, una generación perdida y las consecuencias de los cambios que no deja indiferente.