Nace Ian O´Connell, un canalla seductor

01 diciembre 2011

Es curioso como las redes sociales están convirtiéndose en una nueva forma de vida, una nueva vía de comunicación y, en definitiva, un abanico de múltiples posibilidades. Hablando en términos literarios, actualmente redes como Facebook o Twitter constituyen una gran plataforma para los escritores porque, además de ser una herramienta ideal para la promoción, también facilita a los lectores la posibilidad de tener un contacto más cercano y directo con ellos.

¿Cómo lo hacían antes? Ahora es tan sencillo como ir al buscador, poner el nombre de tu escritor favorito y…¡listo! Ahí lo tienes, ya viva a 100 a 1.000km. Los tiempos cambian, afortunadamente en este caso, cada día resulta más sencillo estar al día de nuestros intereses, como la lectura.


Gracias a estos recursos surgen nuevas iniciativas. Hace unos años hubiera sido inimaginable seguir los pasos de un escritor, formar parte de su trabajo y ser consciente del esfuerzo que implica escribir una historia. Pero ahora podemos serlo y es algo que me encanta. Precisamente, Ángeles Ibirika, una de las autoras españolas que más me gusta, constantemente nos hace partícipes de su trabajo, regalándonos pedacitos de su próxima historia: “Donde siempre es otoño”. Una muy buena forma de involucrarnos con su proyecto, de conocer poco a poco los detalles que lo conforman y, para qué negarlo, ¡impacientarnos por la larga espera!

Sin duda, es uno de los libros que espero poder leer de cara al 2012. Ya en la entrevista que le hicimos a Ángeles en Historias Susurradas nos adelantaba lo siguiente:

 

Esta novela transcurre en Manhattan y otros sitios preciosos. Es la historia de un afamado escritor de novela romántica capaz de escribir las historias más apasionadas, pero que piensa que ese amor que te desangra cuando no tienes al otro al lado es invento de escritores como él. Es un infiel por naturaleza que respira y se alimenta de sexo, y que piensa que el amor es algo tranquilo, como lo que él siente por su prometida. Hasta que conoce a una mujer de la que se enamorará con la intensidad y la pasión con la que lo hacen los protagonistas de sus libros, y a la que desgraciadamente no podrá tener por mucho que muera sin ella.



«He amado hasta llegar a la locura; y eso a lo que llaman locura, para mí, es la única forma sensata de amar.» Françoise Sagan

Es la frase que da paso a «Donde siempre es otoño», y dice mucho de la historia de Ian.



Y como nos tiene acostumbradas, él será quién tenga el gran peso en la historia. <<Ian O'Connell. Americano de origen irlandés. Afamado escritor de novela romántica. Seductor, cínico, infiel…>>
 

—Soy consciente de que siendo escritor de novela romántica debería saberlo, pero confieso que no imagino lo que se debe sentir al encontrar ese amor para siempre.
—Pocas cosas son para siempre —respondió ella.
—En tu caso deberían serlas —dijo sin poder contenerse—. Cuando una mujer como tú lo deja todo por alguien, ese alguien debería serle fiel eternamente.
—Eso es demasiado tiempo —bromeó a la vez que bajaba los ojos y cogía su copa de vino poniendo especial cuidado en que no se le notara el temblor en los dedos.
Pero ya era tarde para disimulos. Para entonces Ian ya había comprendido el origen de su conversación atropellada y de sus silencios, de sus disimuladas miradas y de sus ojos huidizos, de sus sonrojos. Solía ser más rápido en diferenciar la admiración que causaba el escritor del deseo puramente carnal que provocaba el hombre. Pero las circunstancias en las que la había conocido fueron tan desconcertantes como lo era ella misma, y eso había bloqueado su parte seductora y canalla que ahora despertaba. Esa parte que disfrutaba ante el desafío de conseguir a cualquier mujer que le apeteciera. Esa que gozaba de cada segundo de refinado cortejo con el que iba deshaciendo las defensas femeninas aun cuando la presa escogida se le resistiera hasta el último momento. Porque si la culminación de llevarse a la cama a la mujer codiciada era grandiosa, saborear ese placer de la anticipación mientras iba ganándosela con sutileza era algo que le excitaba todos los instintos.

Si las imágenes ya de hablan por sí solas, las citas... son irresistibles.


<<…/… Ian la estrechó con más fuerza, protector y tierno, confuso como jamás en su vida había estado, empapado de lluvia y de emociones, incapaz de explicarse toda esa locura y aun así deseando que no terminara nunca. …/… >>



<<…/…
—Si tus lectores supieran…
—Mis lectores, en su mayoría mujeres, lo saben, pero mientras leen mis novelas forman parte de ese amor que yo he creado. Les gusta pensar que el hombre o la mujer que va a cambiarles la vida no ha llegado aún, pero que lo hará, y que en ese instante en el que se miren a los ojos se reconocerán. El autoengaño les hace la vida más fácil, cuando en realidad vivir las cosas como son ya es sencillo y además apasionante. El amor de verdad es tranquilo y sosegado, y no te mueres si el otro te abandona.
—Me reafirmo: eres un cínico, pero me gustas —susurró abrazándole desde atrás y acariciándole el abdomen bajo la camisa—. Eres bueno en la cama.
—La admiración es mutua —se puso en pie para que ella dejara de manosearle—. Hace mucho que no follaba con una fiera como tú, pero ahora debo irme. …/…>>

Me temo que todo el libro estará lleno de citas tan impresionantes como estas. Es difícil elegir una, pero adoro la última, en más palabras no se puede decir ni transmitir tanto:


<<… pero también los canallas seductores sin corazón, como Ian O´Connell, terminan enamorándose. Y, entonces, la caída suele ser más dura, más dolorosa…>>


Después de todos estos maravillosos fragmentos, creo que es innecesario explicar porqué me gusta tanto el estilo de Ángeles Ibirika: irrestible, adictivo, sensible y emocionante. Deseando tener cuanto antes el libro en mis manos, finalizo esta entrada especial con varias preguntas.

¿Qué os ha parecido Ian O'Connell y sus pensamientos?

Y en cuanto a la línia de debate abierta...
¿Cómo véis el papel de las redes sociales en el panorama literario?

Texto citado: Ángeles Ibirika©
Fan-art: Lorena Luna©