Y si fuera un ángel

21 enero 2011



Autor: Keith Donohue
Título original: Angels of Destruction
Editorial: Grijalbo / Noviembre 2010
ISBN: 9788425343896
Género: Narrativa

Margaret lleva diez años sin saber prácticamente nada de su hija Erica, que huyó con un joven radical, viviendo al margen de la ley en Nuevo México donde, al parecer, tuvo un bebé. Por eso, cuando encuentra una niña abandonada en la puerta de su casa, cree que se trata de su nieta. La pequeña Norah destaca por su inteligencia y por su bondad y pronto demuestra tener habilidades extraordinarias. Ella afirma ser un ángel y consigue hacer dudar a cuantos la rodean. Tras hallar una carta de Erica, la niña convence a su tía abuela para que vaya a Nuevo México en su busca, y esta así lo hace. Logra encontrar a Erica y la familia vuelve a estar reunida de nuevo, pero Erica insiste en que no llegó a tener el bebé… Así, ¿quién es Norah realmente?

    Margaret Qhuinn lleva diez años viviendo con la incertidumbre de lo que pudo sucederle a su hija Érica tras su desaparición. Desde entonces, sola desde la muerte de su marido Paul, los recuerdos y la culpabilidad de no haber sabido entender a Érica la atormentan. Hasta que un día aparece en su puerta una niña. Enseguida, Margaret se convence de que Norah es su nieta, y urde una red de mentiras para que todos crean que es la hija de Érica.
    Norah es una niña singular, trae luz y serenidad a la anciana y a un niño que se convierte en su mejor amigo, Sean Fallon, le devuelve la capacidad de creer en lo extraordinario. La aparición de un misterioso hombre rodeado siempre del frío más invernal parece amenazar a la pequeña que, un día, declara ser un ángel. Desde entonces, Norah será juzgada y condenada, incluso por los más creyentes con una intolerancia que roza la crueldad.
    Bien, hasta aquí la historia me parecía de lo más interesante. El personaje de Norah me atraía y deseaba saber quién era exactamente esa niña tan especial. La novela consta de tres partes; en la primera somos testigos de la llegada de la niña y de cómo se hace un hueco en la vida de Margaret y Sean Fallon, un niño solitario desde la separación de sus padres y la desaparición de éste. Un cierto misterio parece rodearla, no sólo por su procedencia desconocida, sino porque un extraño halo parece rodearla haciendo cosas que sorprenden. La segunda parte nos relata la aventura de Érica tras su huida con Wiley, un joven revolucionario que acabará convirtiéndose en un delincuente en su viaje, diez años antes. Vemos cómo los sueños de una adolescente acaban frustrados por la realidad más sórdida. Su héroe no es más que otro adolescente que se ve superado por las adversidades a las que tienen que enfrentarse. En su periplo se encuentran con una serie de personajes variopintos, algunos tiernos como Una, inquietantes o misteriosos. Mientras tanto, Margaret y Paul se alejan cada vez más hasta que la sombra de Érica los convierte en extraños. La tercera parte no permite ser testigos del reencuentro entre Margaret y Érica. Pero entonces volvemos a preguntarnos: ¿Quién es Norah?
    Y si fuera un ángel habla de los sueños rotos, de perdonar a los demás y a uno mismo y por encima de todo de la fé, de la capacidad de creer en lo extraordinario que los adultos pierden al volverse suspicaces, incluso cínico. Es aprender a amar por encima de todo porque lo que hace especial a Norah es su capacidad de aportar lo que cada uno más anhela y es casi siempre amor en todas sus facetas.
    No sé aun qué pensar de esta novela con tintes fantasiosos, donde uno llega a preguntarse si Norah es realmente lo que dice o no son más que las elucubraciones de una niña con mucha imaginación. La narrativa es magistral, aun así me ha resultado pesada, con un sinfín de descripciones que, si bien reflejan el estado de ánimo se los protagonistas, influyen en una ambientación sombría, hacen que se ralentice la lectura. También hay demasiadas escenas que me han parecido confusas en el afán del autor de crear una atmosfera inquietante, algunas incluso no parecían tener sentido. No basta con tener un manejo perfecto de las palabras, hay que hilarlas con esmero de manera que la lectura fluya sin la necesidad de parar porque resulta cargante.
    Además la estructura de la novela no me ha parecido cómoda al retroceder diez años en la segunda parte, dónde la protagonista no aparece, y dónde tampoco se aporta mucho a la historia, si no es la huida absurda y la separación emocional de Margaret y Paul.
    La historia es curiosa, de eso no se puede decir nada, con todo la excelente pluma de Keith Donnahue no ha sido suficiente para convencerme, se me ha hecho larga y algunas veces tediosa. Había momento en los que releía una escena por la confusión que me provocaba, hasta que entendía que eran alucinaciones… ¿O no? Tenía claro que acabaría la historia, porque deseaba saber más de Norah, pero sus personajes no me calaban hondo, no he llegado a identificarme con ninguno de ellos, no he empatizado, no me he emocionado, excepto al final, pero tal vez demasiado tarde para apreciar el momento. Una pena porque prometía mucho. Jugar con el misterio despertó mi interés, pero las respuestas me dejaron fría, tal vez porque me cueste creer sin más.